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El sargento, como le llaman a Luis Felipe Scolari, sabía lo que se avecinaba antes del Mundial de Brasil. Prometido que ganaría el Mundial y empezaría a echarse tierra el sufrimiento de 64 años por el Maracanazo, antes del debut ante Croacia, en Granja Comary, sitio de concentración de Brasil, 3 mujeres, las 3 psicólogas, llamaron la atención entre la tropa del Sargento y el desfile de expertos en el liderazgo que acompañaban a la selección.

Entre esas mujeres, Regina Brandao tomaba nota y hacia el perfil psicológico de los 23 jugadores. Un ejercicio que, como jarabe para calmar el hormigueo en el estómago, ayudó para el debut en la Copa Mundo. Aunque la ansiedad calmó y volvió tras la dramática tanda de tiros penales en octavos ante Chile, Scolari citó a Rubens Minelli, exentrenador del Gremio de Portoalegre y pionero en el estudio de los rivales con fotografías y aprovechar la psicología al fútbol, para entrenar la cabeza de la Canarinha. Entre Minelli y Scolari hay una línea delgada que los une, el entrenamiento como militares.

El fútbol de hoy no se remite a la pizarra y al campo, la piscología y el coatching han entrado a los vestuarios y a las sesiones para dominar las emociones. Scolari, criticado porque su equipo tiene problemas para elaborar el juego y está más hecho para defender, pregona que ganar está por encima de todo. No renuncia a ese ideario y refuerza la cualidad de entrenador que intenta dominar todas las técnicas motivacionales.

Es una necesita creada y expuesta ante los focos del país y del mundo con el llanto de Neymar, el de Julio César antes de ser el héroe ante Chile, y el bloqueo de su capitán Thiago Silva que se negó a patear uno de los tiro penales.

Scolari quiso rebajar su imagen de tipo duro, una estrategia de escudo ante la ferocidad de la hinchada que no traga su manera cocinar el juego, pero la reafirmó al fallar en el llanto de Neymar. Mientras el seleccionador, en vez de calmar o motivar, se quejaba de los árbitros y solo acudió a sosegar a su mejor jugador cuando ya había ganado el pase a cuartos de final. 'Es una falta de control emocional de las más peligrosas', analizó Joao Cozac, Presidente de la Asociación Paulista de Psicología, en el País de España.

El entrenador cambió libros de cabecera como el Arte de la guerra de Su Tzu, en el que se inspiró para llevar a Brasil al pentacampeonato en Japón y Corea 2002, por mostrarse más cercano y paternal con sus jugadores. La crítica brasileña entendió que tantos gestos y ademanes de taparse la cara, agacharse, mirar hacia el césped, es una debilidad del equipo. Un síntoma al que ha acudido en la concentración la psicóloga Brandao.

Neymar confirma que hay una flaqueza: 'Tener una psicóloga ayuda'. La tensión es tan grande que invadió el cuerpo hasta de los que no juegan. La agresión de Rodrigo Paiva, jefe de prensa, a un jugador de Chile, es una muestra más de los impulsos sin control. Mientras Brandao vuelve a poner en el diván a los jugadores, ella asegura que se mantiene en comunicación por correo electrónico y Whats App.

Y Scolari suma terapias fuera del campo. Carlos Alberto Julio, un empresario reconocido formado en Harvard, entró a la concentración para advertir que 'el talento individual solo es superado por el talento colectivo'. Y esta semana Scolari se reunió con varios periodistas amigos para reconocer que algunos de sus jugadores no han asimilado la dureza de los titulares de la prensa. Scolari cree que, antes que controlar el juego, está el balón de las emociones.