Raúl Bustamante parecía un jovencito celebrando uno de los tantos que le marcó al equipo de Chile: rodilla arriba, cabello liso al viento, brazos arriba con la chueca (stick o palo para golpear la pelota), levantada. El sol de justicia iluminaban el gesto y el ademán del jugador mayor de 45 años, de piel blanca, metido en un uniforme rojo fuego, mientras la tribuna del Patinódromo Rafael Naranjo en Bosque del Norte, con unos 20 jugadores, otros aficionados, aplaudieron e hicieron una ola.
'Fue bonito el gol. Esto es lo bello de este deporte', elogió desde la tribuna, Pablo Chavarro, de 40 años, entrenador de selecciones Atlántico, y compañero de Bustamante en el equipo Cuzamba, anfitrión del torneo que reúne a equipos de Antioquia, Cartagena, Barranquilla y Valle y a los chilenos, todos mayores de cuatro décadas.
El certamen, que es muy recreativo y enes un homenaje a Julio Henao, exjugador barranquillero de selecciones Colombia, advierten los organizadores, no pierde por la edad de los protagonistas calidad, técnica y reflejos.
La familia del hockey sobre patín es muy unidad y fiel. Todos se admiran y valoran. Entre los jugadores que corren sobre cuatro ruedas y frenan con soltura, algunos con cabellos blancos o calvas y barriga caída, hay campeones del mundo.
'Para mí el mejor jugador que vi fue Fernando León Quintero', afirma Alfonso Ramírez, de 44 años.
Quintero, odontólogo, no presume del elogio. 'Era un armador es un orgullo que lo digan tanto tiempo después. El hockey sí me dejó amistades sanas y que podía elegirlas', asegura Quintero.
Ramírez, que juega de portero con Mister Wins, de Valle, y hermano del arquero que pasó por Junior y el Cali, se despoja de toda la protección que carga, cascos, medias, coderas, protector de tibia. La exigencia en esta posición es tan rigurosa como su indumentaria y tan potente como el catcher en el béisbol. 'Es todo en el juego', agrega Ramírez. Los porteros tienen que permanecer la mayor parte del partido concentrado, agachado, de rodillas y metido en la pequeña puerta, siempre buscando bloquear el tiro. Los patines casi ni tocan el suelo, que son un requisito.
Ramírez ahora señala a Iván Correa, de 48 años, el más veterano del torneo. Correa termina su rutina de echarse un relajante, en espray, en el cuello y brazo, y recibe elogios antes de su partido. Fue campeón con Colombia en el Mundial de Hockey en 1988 en Bogotá.
El chileno Roberto Vargas preparando un tiro.
'Más que títulos me dejo una formación profunda de vida y disciplina', subraya Correa, que es administrador de empresa.
Pablo Chavarro coincide con Alfonso en que el hockey no pasa en la vida. Es disciplina, perseverancia. Lo practicaron desde niños. 'A mi me dejó muchos amigos en el mundo', destaca Alfonso. 'El hockey me ha invitado a compartir lo que aprendí', agrega Chavarro.
Correa está en la cancha y su técnica de golpeo es precisa y certera. Detrás de una de las porterías, con otros jugadores en la sombra, una bebida en la mano, algunos con sus hijos, los chilenos comentan su victoria sobre Cuzamba 3 por 1, y Roberto Vargas admira la movilidad de Correa. 'Tiene aún mucha calidad. Creo que nos hizo los dos goles en aquella final en Bogotá', recuerda. Vargas, de 48 años, agradece mucho al deporte. 'Con él gané temple, carácter y para enfrentar las dificultades de la vida'.