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Si hay un personaje alegre, simpático y mamador de gallo, a pesar de su fama y sus triunfos, es Rigoberto Urán. Es relajado, descomplicado, le gusta tomar el pelo, molestar, reírse, estar pendiente de sus amigos y dialogar con quien le requiera, porque como buen paisa, habla hasta por los codos.

Su presencia en el auditorio causó revuelo y muchos aplausos. Es figura. 'Ve, no sabía que era tan famoso', dijo y se rió.

Mientras dictaba su conversatorio sobre el buen uso de la bicicleta, fuimos al recinto privado donde nos citó, para el diálogo exclusivo con EL HERALDO, puesto que prefiere la comodidad al dar entrevistas.

La espera valió la pena. Llegó a la cita. Saludo efusivo, cordial y sonriendo como siempre. 'Entonces hermano, ¿bien o no? Espérame que este celular no deja de sonar'. Habló cinco minutos y luego sí se dispuso para la charla. Rigoberto se mostró amable para la entrevista. 'Listo, ¿arrancamos?'. Se acomodó en la silla y dijo: 'dele pues, mijo'.