El vistoso estadio, construido hace seis años y que fue sede de partidos de la Eurocopa de fútbol, está silencioso hoy en día. Se encuentra en el centro de la ciudad de Donetsk, una zona de guerra controlada por separatistas pro rusos que enfrentan a los soldados de Ucrania.
La Donbass Arena costó 425 millones de dólares, pero ahora sirve como un punto de depósito y distribución de ayuda humanitaria, apilada en los pasillos debajo de las 52.000 butacas pintadas de naranja y negro.
Aquí juega el Shakhtar Donetsk, pero la última vez que disputó un partido en el estadio fue el 2 de mayo. La guerra en el este de Ucrania obligó al equipo a buscar otro sitio para poder jugar sus compromisos de local. Tuvieron que irse al oeste, a Lviv, cerca de la frontera con Polonia y a más de 1.000 kilómetros (600 millas) de distancia.
Jugadores como Ivan Ordets empacaron pocas de sus pertenencias al creer que la mudanza sería breve, pernoctando en la capital Kiev para luego viajar en autobús a Lviv.
Nueve meses después, con la guerra asolando en medio de fallidas treguas y más de 6.000 muertos, los futbolistas alquilaron apartamentos en Kiev y han empezado nuevas vidas ahí, pero no pueden olvidar la zona del conflicto.
'Es la primera vez en mi vida que he estado alejado de casa tanto tiempo', dijo lloroso Ordets a la Associated Press. Aunque su madre se mudó con él a Kiev, otros parientes del defensor de 22 años se quedaron.
'Mi tío, mi tía, mi papá, todos están en el este de Ucrania', añadió. 'Eso es duro. Estoy preocupado por ellos'.
Ordets es uno de los pocos ucranianos en la nómina del Shakhtar, un club que incluye a 13 brasileños, más de la mitad del plantel. Es originario de Volnovakha, un pequeño pueblo cerca de Donetsk, pero en una zona bajo control del gobierno ucraniano.
El mes pasado, un proyectil impactó contra autobús de transporte público en Volnovakha, matando a 13 personas. El gobierno ruso acusó a los separatistas pro rusos, que negaron la responsabilidad.
'No hay paz en el pueblo. Hay muchas tropas', dijo Ordets, entrevistado en un lujoso hotel de Kiev que ahora opera como sede temporal del club.
Algunos barrios de Donetsk han sido destruidos por los bombardeos indiscriminados y su aeropuerto -remozado para la Eurocopa de 2012- quedó en escombros. La Donbass Arena ha sufrido daños en su exterior por los combates. Un video captado por una cámara de seguridad muestra a una persona que evita por poco el impacto de un fragmento de vidrio que cae desde lo alto del estadio. El club señaló que el incidente se debió a la onda expansiva de una detonación cercana, y que nadie resultó herido.
El club adoptó su nombre, 'Shakhtar', de los mineros de carbón de la región de Donbass en el este de Ucrania. La mayoría de los residentes en el oriente hablan ruso y son partidarios de nexos más cercanos con Moscú, viendo con recelo al gobierno de Kiev. En contraste, el oeste de Ucrania se inclina por Europa, y Lviv es bastión del nacionalismo ucraniano.
El propietario del Shakhtar Donetsk es el magnate industrial Rinat Akhmetov, el hombre más acaudalado de Ucrania. Sus empresas emplean a miles en Donetsk, él construyó la Donbass Arena, y públicamente ha criticado a los separatistas.
No causa sorpresa que Ordets diga que 'todo el equipo, todos los jugadores quieren una Ucrania unida', y mucho de los hinchas del club se oponen a los rebeldes. Los foros de Internet de los seguidores de Shakhtar están llenos de campañas de recaudación de fondos para que las tropas ucranianas puedan recuperar Donetsk. Algunos hinchas venden la indumentaria de Shakhtar -normalmente de naranja y negro- con los colores patrios de Ucrania, el amarillo y azul.
Akhmetov fue quien fichó a jugadores brasileños con la intención de ganar la Liga de Campeones, la máxima competición de clubes de Europa. El Shakhtar Donetsk se proclamó campeón de la liga ucraniana en la pasada temporada.
Cinco de los brasileños rechazaron volver al club el año pasado para la nueva temporada debido al conflicto, entre ellos sus figuras Douglas Costa y Alex Teixeira. Pero al final todos se reincorporaron.
Hace dos semanas, en un partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones, Shakhtar empató sin goles con el monarca alemán Bayern Múnich en Lviv, con el estadio mostrando un despliegue de unidad ucraniana. Hinchas del este de Ucrania viajaron más de un día en autobús para alentar a su equipo.
El capitán, Darijo Srna, declaró que la guerra en el este entristece pero que también inspira a los jugadores.
'Sentimos en nuestras almas los problemas y jugamos por nuestros hinchas', dijo Srna a la AP.
Aunque es oriundo de Croacia, Srna lleva 12 años con Shakhtar y considera a Donetsk como su casa. En noviembre organizó la entrega de 20 toneladas de fruta a niños por medio de la fundación del dueño del club, como parte de los esfuerzos de paliar la crisis humanitaria causada por la guerra.
'Lo más importante para mí es ayudar', dijo.
Algunos fanáticos de Shakhtar Donetsk dicen que las profundas divisiones políticas en Ucrania les forzaron a mudarse al oeste, al sentirse amenazados por los que respaldan a las fuerzas pro Rusia.
'Nos causaron problemas a muchos de nosotros. No era seguro quedarme', dijo un individuo que sólo quiso identificarse como Kirill al temer represalias contra familiares que aún viven en territorio bajo control rebelde.
No todo el mundo ha recibiendo bien a Shakhtar Donetsk en el oeste. Karpaty, el club de Lviv, no tiene un historial de buenos resultados y se han producido tensiones entre sus seguidores y los del más rico y talentoso rival del este que temporalmente usa el estadio. Durante un partido de Shakhtar en noviembre, algunos espectadores desplegaron una pancarta con la leyenda: `Váyanse de Lviv'.
Pero no hubo señales de encono al recibir al Bayern, con muchos seguidores locales luciendo los colores de Shakhtar.
'No tengo nada malo que decir al respecto', dijo Yuri Kotov, un hombre de 69 años que viajó a Lviv desde el pueblo de Severodonetsk en Luhansk, una región del este ucraniano bajo control rebelde. 'El estadio estaba repleto y nos recibieron bien'.
El futuro de Shakhtar es igual de incierto al desenlace del conflicto armado.
Cuando tengan que vender a algunos de sus actuales jugadores o expiren sus contratos, el equipo tendrá difícil atraer reemplazos de alto nivel al no tener una sede permanente.
Por ahora, el club y sus fanáticos se concentran en el que el fútbol sirva como algo de alivio en medio del conflicto.
'Hay una guerra, pero hay que darle un poco de felicidad a la gente con los partidos y con victorias, que puedan creer que todo estará bien', dijo Ordets.