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Las Vegas, EE.UU. Pacquiao y su gente se encargaron de recordarle al mundo que estamos asistiendo a un super evento deportivo que gracias al patriotismo de los más de 30 mil filipinos que viven en esta ciudad y otros millones regados en la amplia geografía estadounidense, sigue ganándose el cariño de los espectadores neutrales.

Mathew Hernando, un filipino que llegó hace cinco años a Las Vegas, debió trabajar dos semanas seguidas en un lugar de masajes muy cerca al boulevard Strip, para poder gozar de un día libre que de antemano sabía en qué iba a gastarlo: venir al hotel Mandalay Bay, cuartel del campeón filipino a escasos dos kilómetros de la sede del megacombate de este sábado entre Mayweather-Pacquiao, para venir a apoyar a su compatriota.

Ataviado con una camiseta con los dígitos 47:1 (el número de victorias de Mayweather y una optimista primera derrota que esperan que ‘Pacman’ le endose al norteamericano), el oriental fue calentando el ambiente entre la gran colonia que se abalanzó hasta uno de los grandes salones del gigantesco hotel de Nevada.

Vociferando consignas y flameando la bandera de su país, Hernando capta la atención de sus coterráneos, se presta para todas las fotos que le pidan y explica en un fluido inglés el por qué de tanta emoción antes que Manny Pacquiao se presentara ayer en la mañana ante 2000 personas y periodistas.

'Manny pelea por un pueblo, pelea contra la pobreza. Sé que él (Floyd Mayweather) estará en el Hall de la Fama, pero nunca se ha enfrentado a la velocidad de Manny, ni a un boxeador tan prolijo como él', dice casi que gritando ante el bullicio de una multitud que aclamaba pidiendo la presencia de su estrella.

Cantos, videos, y hasta el himno de Filipinas aparecieron en las dos pantallas gigantes a lado y lado del escenario antes que bajo el marco de la puerta de acceso al mismo se parara Bob Arum, el promotor de Manny Pacquiao, para que estallará el grito de 'Manny, Manny, Manny…'. Tres minutos después, sonriente y saludando al público apareció el ídolo de un país.

'¿Están emocionados?', preguntó como si estuviera liderando una campaña política. 'Estoy listo para ganar el próximo 2 de mayo. Vamos a hacer historia para ustedes y para el mundo del boxeo. Esta es la pelea del siglo, la más importante', no terminó de cerrar la frase cuando el salón retumbó.

Ha sido hasta ahora lo más emotivo de estas primeras 48 horas en Las Vegas, en donde el hervidero está más burbujeante. A pocos minutos de la salida de los tiquetes para la ceremonia del pesaje este viernes, que tienen un costo de diez dólares, se agotaron en apenas minutos las 16 butacas disponibles.

Ayer y horas después que lo hiciera su rival, Floyd se presentó al MGM Grand, pero no hubo ese mismo entusiasmo. A la puerta del Grand Arena la orden era no dejar entrara nadie con cámaras, ni bolsos, lo que hizo que algunos que tuvieron la intención de entrar a ver a 'Money' se devolvieran ante las estrictas medidas de seguridad, algo que contrastó, enormemente, con lo que había ocurrido en el lugar de Pacquiao.