Su hijo es el campeón de la Liga de Europa, es uno de los delanteros más cotizados del fútbol más caro e importante del mundo y por si fuera poco es uno de los ídolos de la Selección Colombia que se encuentra disputando la Copa América. Con todo y eso, atiende el teléfono y su primera respuesta es: 'hombe mijo, cómo está, qué necesitas, estaba viendo noticias y esperando el almuerzo'.
Con humildad atiende a los medios de comunicación y a sus amigos el señor Gilberto Bacca, el padre de Carlos Bacca, el gran ídolo de Puerto Colombia y uno de los jugadores más queridos de la Selección Colombia. Si bien es cierto que el atacante del Sevilla no podrá jugar por dos fechas en la Copa América por la sanción que recibió luego de los incidentes protagonizados en el juego ante Brasil, su padre sigue apoyándolo a la distancia, desde su casa, ubicada en el barrio Norte 2 de Puerto Colombia, municipio del departamento del Atlántico.
'Aquí estamos, acabamos de recoger a los nietos y esperando con ansias el partido del domingo, sin importar que no juegue Carlos hay que apoyar a la Selección', afirma Gilberto sonriendo contento por el gran presente que vive su hijo en el fútbol europeo y por lo que ha sido su participación hasta el momento en el certamen continental.
'Estamos viviendo los partidos intensamente, el grupo está parejo, todos con 3 puntos. Los juegos los vemos aquí en la casa, con la familia y los vecinos que se vienen con nosotros para apoyar al equipo y hacerle fuerza a Carlos', comenta en torno a la forma en que están viviendo los encuentros de la Selección en su casa, que se paraliza mientras se viven los esperados 90 minutos.
Para el encuentro de hoy, no ha decidido si se arma un sancocho junto a su esposa, Eloísa Bacca, quien le ‘alcahuetea’ todo lo que tenga que ver con apoyo para su hijo, así que los dos están preparados para alentar con todo a la Selección, sin importar que Carlos va a estar en la tribuna del estadio Bicentenario por la expulsión tras el empujón a Neymar.
Padre a la distancia
Carlos se fue para Europa en el 2012, cuando el Brujas de Bélgica se lo llevó del Junior de Barranquilla a la fría ciudad europea. Allí se dio la separación definitiva de sus padres, que lógicamente quedaron tristes, pero muy ilusionados con el despegue definitivo de su hijo, ese mismo que dos años atrás se rebuscaba cobrando pasajes en los buses intermunicipales o pescando en el muelle de Puerto Colombia.
'Cuando se fue al Brujas todo se dio muy rápido, fue duro, pero nos fuimos acostumbrando porque ese es su trabajo y teníamos que aceptarlo. Lo apoyamos desde el primer momento, con el tiempo todo fue mejorando y en los diciembre viajamos a pasar año nuevo con él y su esposa, tratamos de acompañarlo cada vez que podemos es mi tarea como padre', afirma.

Gilberto y Carlos pasaron mucho tiempo juntos. Él acompañaba a su hijo en ocasiones a algunos partidos y por supuesto, cada vez que podía lo aconsejaba para ir encaminándolo por el camino de la honestidad y el trabajo. Por eso, no es casualidad que hoy su hijo sea admirado por muchos pequeños que lo ven como un ejemplo a seguir, por sus triunfos, pero sobre todo, por todo contra lo que tuvo que luchar para estar donde se encuentra ahora.
'Yo siempre trataba de aconsejarlo mientras él estuvo acá en Colombia. Antes de viajar a Europa vivíamos en el barrio Campo Alegre junto a su esposa, Shayira, hablábamos mucho y yo le decía que siempre hay que respetar a las personas y ser sincero, eran mis enseñanzas para él', sostiene.
Para Gilberto, todavía hay muchas cosas que puede enseñarle a su hijo como padre que es. 'Hasta el momento yo le he inculcado que siga comportándose bien, que ya es una figura pública y siempre van a estar mirándolo, él tiene que ser una buena imagen de Colombia, de Puerto y de toda la Costa caribe'.