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Cuando los Cachorros de Chicago visitaron a los Mets a mitad de año, el equipo de Joe Maddon venía de perder cinco juegos seguidos.

El manager de los Cachorros quería hacer algo para aflojar la tensión que percibía en sus filas, repletas de peloteros novatos. En el pasado, el manager ha llevado al estadio animales exóticos, como un pingüinito, una cacatúa y hasta un flamenco, pero la logística es más complicada cuando se anda fuera de casa.

La ocurrencia de Maddon fue pedirle a Vijay Tekchandani, el agente de viajes de los Cachorros, que buscara a un mago. Previo a una práctica de bateo, el 30 de junio en el Citi Field, Simon Winthrop, se encargó de entretener al personal durante media hora con sus trucos, como quitarle el reloj a alguien para luego hacerlo aparecer en el bolsillo de otro.

Los Cachorros ganaron el juego de esa noche por 1-0 y los dos posteriores, limitando a Nueva York a tan solo una carrera en 29 innings. También completaron una barrida 7-0 en la serie particular de la campaña contra Nueva York.

'Hay que hacer lo que sea necesario', decía Maddon entonces.

Cuatro meses después, Cachorros y Mets se volverán a medir a partir del sábado, en el mismo parque, por la serie de campeonato de la Liga Nacional.

Se trata de la primera vez que ambas franquicias se topan en una serie de playoffs, aunque flota el recuerdo de aquel gato negro que se cruzó por delante de Ron Santo, el venerado tercera base de los Cachorros, en el desaparecido Shea Stadium durante el tramo final de la campaña regular de 1969.

Entonces, Chicago acabó dilapidando una ventaja de nueve juegos y medio ante los Mets. Nueva York conquistó la primera de sus dos coronas de la Serie Mundial, mientras que los Cachorros siguen esperando por repetir en el clásico desde que lo ganaron por última vez en 1908.

Duelo de estilos

Se avecina un duelo de estilos opuestos entre equipos que tienen fortalezas distintas pero que comparten algo: en el último lustro debieron soportar temporadas de muchas derrotas al emprender renovaciones a fondo.

Mientras que la filosofía de los Mets consistió en armarse con pitchers dominantes, el presidente de operaciones de los Cachorros Theo Epstein optó por llenarse de artilleros como Kris Bryant, Kyle Schwarber y Jorge Soler.