A Carlos ‘Papi’ Peña el amor por el equipo rojiblanco le brota por los poros. Y no es para menos. Este barranquillero, de 72 años, llegó a Junior en 1965, un año antes de su reaparición en el profesionalismo (1966), y a partir de ahí comenzó una larga y emocionante trayectoria como jugador, asistente, técnico, gerente deportivo y coordinador de divisiones menores. 'Lo único que me faltó fue ser directivo', dice jocosamente, al recordar su pasado como ‘Tiburón’.
‘Papi’ tuvo la fortuna de vivir muchos de los procesos exitosos del Junior en el fútbol profesional colombiano. Fue partícipe de los títulos de 1977 y 1980, siendo asistente técnico de los argentinos Juan Ramón Verón y José Varacka, respectivamente. También, de una u otra forma, hizo parte de la tercera estrella rojiblanca en 1993, cuando desempeñó el cargo de gerente deportivo.
Además, según sus cuentas, ha sido '13 o 14 veces técnico interino' del Junior y una sola vez en propiedad.
Sin duda alguna, Carlos Peña es una voz autorizada para hablar del equipo barranquillero. En él vivió buenos y malos momentos, pero siempre se sintió orgulloso de ser parte de eso que los ex jugadores históricos del Junior llaman, ‘la familia rojiblanca’.
¿Qué hay de la vida de Carlos Peña?
Actualmente estoy trabajando con la Secretaría de Deportes de la Alcaldía como coordinador-jefe de las escuelas de formación deportiva del distrito. Yo siento que nunca me he retirado del fútbol porque siempre estoy trabajando en torno a él, y la verdad he disfrutado de cada faceta que me ha tocado desempeñar en esta larga trayectoria.
¿Toda su vida se dedicó al fútbol?
Absolutamente toda. Desde los 16 años estoy metido en el fútbol. Dejé los estudios para dedicarme a esto. No me veía haciendo otra cosa, y menos mal que el destino me dio la razón porque gracias al fútbol he logrado todo lo que hoy tengo. No me arrepiento de haber tomado este camino.
¿De dónde sale el apodo de ‘Papi’?
Desde muy pequeño mi papá, Carlos Peña, me decía papi… ‘Papi ven acá’, ‘papi trae esto’, ‘papi por qué hiciste esto’… en fin. Después en el colegio se dieron cuenta que en mi casa no me llamaban Carlos, sino que me decían ‘Papi’, y también me ‘clavaron’ ese apodo. Y así quedé para siempre. Nadie me llama Carlos, todos me dicen ‘el Papi Peña’.
¿Qué significa Junior para Carlos Peña?
Es mi vida entera. Desde 1965 estoy ligado al equipo rojiblanco, que por cierto volvió al profesionalismo en 1966, así que como quien dice, yo he vivido a la par del Junior. Ahí he sido jugador —me retiré en 1972—, asistente, técnico interino, gerente deportivo y trabajé como coordinador de divisiones menores. Lo único que no he sido es directivo (risas). Entonces ya te puedes imaginar lo que significa Junior para mí. En 1993 me pensioné por voluntad propia. Después tuve un paso exitoso como técnico por el fútbol venezolano, en el Marítimo, con el que logré dos títulos consecutivos. Me devolví a Barranquilla y nuevamente me llamaron en Junior para que los ayudara. Y entre ires y venires, estuve finalmente hasta 2003. En la historia del equipo me conocen como el ‘eterno asistente técnico’ (risas).
Para los que no tuvieron la oportunidad de ver a Carlos ‘Papi’ Peña el jugador, ¿cómo se describe?
Hice parte de la Selección Colombia, con Hermenegildo Segrera, y ahí comencé como defensa central, que es mi posición natural. Con la Amarilla jugué las eliminatorias al Mundial de Inglaterra 1966. Luego, cuando inicié en el profesionalismo, el profesor Antonio Julio De La Hoz me probó como lateral izquierdo y ahí me quedé hasta el retiro. Fui un jugador serio, que se entregaba al máximo, cumplidor.
Usted tuvo la oportunidad de enfrentar como jugador a dos grandes referentes de la historia del fútbol: Pelé y Eusebio. ¿Qué recuerda de esos emocionantes duelos?
Así es. A Eusebio lo enfrenté en 1967, en un amistoso entre Junior y Benfica. Perdimos 2-1. Hicimos un gran partido, pero Eusebio y el Benfica eran cosa de otro mundo. A Eusebio tocaba marcarlo desde muy cerquita. Cada vez que cogía el balón sacaba alguna genialidad. Era muy rápido y con la pelota sabía mucho. Ese día nos marcó un gol. A Pelé lo había enfrentado dos años antes, en 1965. La gente vino a ver a ese Santos de ensueño y terminó aplaudiendo al Junior. Quedamos 3-3. Tenían tantas estrellas que no sabíamos a quién marcar, pero cuando se nos venía Pelé, a ese sí que tocaba con marca escalonada. Primero salía Segrera, después Maya y cuando se llevaba a los dos, ahí salía yo a intentar apagar el incendio (risas). Pero qué va, era muy bueno. El mejor de todos. Linda experiencia.
La historia del Junior ha estado influenciada por el fútbol brasileño y el argentino, ¿con cuál de las dos filosofías se queda?
Yo, gracias a Dios, tuve el privilegio de vivir ambas épocas. Los brasileños nos brindaron espectáculo, pero los argentinos nos dieron títulos, nos enseñaron a ganar. Lo mayor que nosotros conseguimos con los brasileños fue un subcampeonato en 1970. La gente salía satisfecha con el espectáculo, pero no se conseguía lo que el fanático en sí quiere, que son las estrellas. Esas las consiguieron los argentinos con el slogan ‘hay que jugar, ganar y gustar’. Hubo otro slogan que caló mucho en la afición, en 1980, y fue ese de que el Junior era ‘un equipo de obreros’. Y eso era verdad porque todos estaban comprometidos. Para mí los argentinos le dieron la grandeza al Junior.
Usted trabajó con la mayoría de técnicos argentinos que han llegado al Junior. ¿Cuál fue el que más lo marcó?
José Varacka y Juan Ramón Verón. Con ellos hubo una enorme familiaridad y aprendí muchas cosas, en especial el respeto, la responsabilidad, el profesionalismo y el manejo de grupo. Para mí han sido los mejores.
¿Por qué Junior confió tanto en Carlos Peña, como para llegar a ser tantas veces asistente y técnico interino?
Yo creo que por mi trabajo y mi amor por Junior. Yo vivía, o más bien, aún vivo en pro del equipo rojiblanco y eso, en su momento, lo veían todos los técnicos que llegaban al equipo y por eso me mantenían en sus respectivos equipos de trabajo. No importa si eran brasileños, argentinos o uruguayos, siempre ahí estaba el ‘Papi’ Peña para darles una mano.
Vayámonos a las anécdotas. Hay una que es muy recordada, cuando siendo gerente deportivo no inscribió a Pedro Ortega en un partido. Julio Comesaña, técnico en aquel momento, lo utilizó y Junior finalmente perdió los tres puntos que en la cancha le había ganado a Nacional (victoria 1-0). Cuéntenos qué pasó aquella vez.
(Risas) Yo era el gerente deportivo del equipo. Recuerdo que ese año, por primera vez, se podía inscribir un jugador de más, que era un amateur a prueba. Pero nosotros nos confundimos con el ajetreo y yo no inscribí a Pedro Ortega. Eso sí, yo antes del partido le había dicho a Julito (Comesaña), pero en el momento del cambio él se alteró y decidió finalmente hacerlo. Yo asumí la culpa porque yo he debido hacer esa inscripción, y sinceramente a mí se me pasó. Ese día yo puse mi carta de renuncia sobre la mesa, pero tanto el técnico como los directivos me manifestaron su respaldo. Un error no podía empañar todos los años de trabajo que llevaba en el club.
¿Es cierto que una vez Miranovic no lo dejó hacer una inscripción y le recordó aquel episodio?
(Risas) Sí, pero era molestando. Me dijo: ‘Hey, Papi, trae planilla acá, ya nos hiciste perder puntos una vez. De nuevo, no Papi’. (Risas). Con él siempre hubo una gran relación de respeto. Fue un gran técnico, una gran persona. Sus peleas con la prensa eran porque él no permitía que le criticaran sus decisiones. Miranovic hizo muchas cosas buenas en Junior, sacó varios jugadores y enseñó cosas diferentes. En la retina del público gustaba su fútbol, que era muy dado a atacar.
Carlos Peña abraza al técnico Dragan Miranovic.
¿Qué le dejó el fútbol?
Me dejó muchas satisfacciones y, especialmente, muchos amigos. Antes jugábamos más por el amor a la divisa que por el dinero. No había esos contratos exuberantes. Sin embargo, siento que llevo una vida tranquila, sin necesidades. Fui un hombre responsable, que supo manejar lo poco o mucho que gané.
'Es un orgullo ver a Mendoza triunfar en Junior'
¿Qué opina del actual Junior?
Tiene muy buenos jugadores en la plantilla principal y una cantera inagotable. Dios quiera y se sigan manejando bien las cosas. Pienso que a Alexis le ha tocado bravo, porque cuando llegó encontró al equipo en un momento duro, donde reinaba la indisciplina, pero ha sabido sacar el barco adelante. Hoy veo a este equipo con muchas posibilidades de ser campeón. Ojalá puedan eliminar al Tolima y pasar a la final. Acá todo el clan de veteranos del Junior está apoyando a morir a Mendoza y sus dirigidos.
¿Qué siente al ver a un técnico barranquillero, como Alexis Mendoza, ganar un título con Junior?
Por la persona que es Alexis, por lo profesional, por lo centrado que es, merece esto y muchas cosas más. Mendoza ha sido uno de los jugadores más serios que he conocido en el fútbol, una persona honesta. Creo que va a enseñar muchas cosas de eso que el siempre pregonó cuando era jugador. Como técnico tiene el bagaje y el recorrido necesario para poder triunfar en Junior. Ya ganó una Copa y ojalá se le dé el título de Liga. Yo lo veo muy bien. Ojalá los directivos lo ayuden para que siga creciendo, porque es un orgullo para nosotros como barranquillero verlo a él triunfar en el equipo de la tierra.
¿En dónde está el futuro de este Junior?
Sin duda alguna en la cantera. Hay que darles oportunidades a los jóvenes del patio. Junior siempre se ha caracterizado por sacar muy buenos jugadores. Nosotros en nuestra época impulsamos a varios, que después nos dieron los títulos del 93 y 95 y luego, en el 2004, también ganamos con un equipo lleno de canteranos. Ahí está el futuro.