Compartir:

Pase lo que pase, el mayor trofeo de clubes en el fútbol europeo se quedará en España, más precisamente en Madrid, donde sus dos clubes más importantes, el Real y el Atlético, ‘pelearan’ en Milán, este sábado, a partir de las 1:45 p.m., por la ‘Orejona’, para desbancar al FC Barcelona —actual campeón de la competencia— y convertirse así en el nuevo rey del ‘Viejo Continente’.

Será la segunda vez en los últimos tres años que merengues y colchoneros se midan en la final de la Champions, lo que habla muy bien del trabajo que ambos clubes han venido implementando.

El Atlético sigue apostando por la misma idea, esa que lo ha puesto últimamente en lo más alto del fútbol europeo: 2010 (campeón de la Liga de Europa), 2012 (campeón de la Liga de Europa), 2014 (finalista de la Champions) y 2016 (finalista de la Champions).

Una idea liderada por el argentino Diego Simeone, creador del ‘Cholismo’, una especie cultura que se ha venido expandiendo en Madrid y que se ha metido de lleno en el corazón de los hinchas colchoneros, que viven y sienten el fútbol con la misma pasión que el DT.

El Atlético está nuevamente ahí, en lo más alto, peleándoles de tú a tú a las grandes multinacionales del fútbol. Para llegar a Milán tuvo que dejar en el camino a los favoritos Barcelona y Bayern Múnich.

'Me gusta el Atlético, todo lo que hace lo hace bien', dijo Pep Guardiola, el último entrenador que ha sufrido todo lo que conlleva enfrentarse a un bloque de tanta intensidad, rigor táctico, esfuerzo, pasión y talento. Esto último lo tiene y lo demuestra al ser un equipo fiable y efectivo.

Sin embargo, surge un debate intenso y con opiniones diversas sobre su estilo y su idea de defender para atacar, de ser un equipo por encima de las individualidades, de su firmeza atrás y su concreción arriba para ganar, siempre desde casi una perfección táctica.

Es la enésima reivindicación del Atlético, Simeone y su estilo, capaz no solo de conquistar en cuatro años una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa en España y una Liga Europa y una Supercopa a nivel internacional o de acumular ya dos finales de la Champions, sino, sobre todo, de competir de tú a tú, y ganar incluso, a los más ‘grandes’, a los dominadores del fútbol europeo en los más recientes cursos.

Al Barcelona, al que ha eliminado en cuartos de final en dos de las últimas tres ediciones de la Liga de Campeones o con el que empató en 2014 para ganar la Liga de España en el Camp Nou; al Real Madrid, con el que solo ha perdido uno de sus diez choques más recientes, con cinco triunfos y cuatro empates; al Bayern Múnich, al que eliminó recientemente en las semifinales del máximo torneo europeo. También al Chelsea de Mourinho, al que dejó fuera de competencia hace dos años en la misma ronda que ahora al conjunto alemán, o al Juventus, subcampeón la pasada campaña y derrotado por el Atlético en la fase de grupos. Números y méritos incuestionables, como la eficacia de su estilo.

Estilo, que por cierto, contrasta con el de su archirrival, el Real Madrid, equipo que ha tenido una temporada llena de turbulencias.

Todo comenzó mal en la ‘casa blanca’: eliminación tempranera de la Copa del Rey —por un error infantil al momento de la inscripción de un jugador (Deni is Chéryshev) suspendido en el primer partido de la competencia— y descolgada de la Liga en el mes de diciembre (luego, ante el bajón del Barcelona, volvió a engancharse en la pelea por el título), lo que le valió para despedir a su técnico, Rafael Benítez, y colocar a Zinedine Zidane, quien ha reconducido el barco, luego de un inicio igual de traumático, y ha puesto al equipo en la final de la Champions.

Su forma de juego es distinta a la que practica el Atlético. Un fútbol más vertical, rápido, potente, que se fortaleció con el despertar de Gareth Bale en el último tramo de la temporada.

A esa fortaleza ofensiva, el Real Madrid de Zidane le ha ido incluyendo una solidez defensiva nunca vista en el club blanco. Muchos son los factores que han influido para esto. Uno de ellos tiene un nombre propio: Keylor Navas. El portero costarricense batió muchos récords antes de celebrar su pase a la gran final tras derrotar al Manchester City 1-0.

Sus actuaciones a lo largo del torneo han sido casi siempre perfectas y, gracias a ellas, el Real Madrid se convirtió en el primer equipo que llega a una final sin recibir goles en su estadio desde que lo consiguiera el Milán en 1993. El Bernabéu se ha mostrado como un fortín inexpugnable. Nadie ha sido capaz de celebrar un gol allí.

Keylor sumó 9 de los 10 partidos que disputó en Liga de Campeones sin recibir un solo gol, pero esas cifras espectaculares tienen unos cimientos defensivos que nacen desde el centro del campo y acaban en el último zaguero. Desde Casemiro, Modric y Kroos hasta la línea de atrás, todos son fundamentales en la solidez.

'El equipo defensivamente ha crecido mucho con el míster. La clave del éxito es estar todos juntos, defender como bloque y luego aprovechar las ocasiones que tenemos para acabar ganando', afirmó el lateral Dani Carvajal.

Ese míster al que se refiere Carvajal no es otro que Zidane. El francés es el último eslabón en la cadena del éxito defensivo blanco. No le ha temblado el pulso a la hora de sentar a jugadores menos implicados en esa tarea de defender. El colombiano James Rodríguez o Isco han pasado mucho tiempo en el banquillo para mantener el equilibrio.

A lo largo de muchos meses el Real Madrid ha ido creando un muro marca de la casa de forma inesperada. Al Atlético siempre se le ha adivinado esa solidez defensiva que el equipo de Zidane tenía oculta en las estadísticas. En Milán, probablemente, habrá un choque entre dos estilos diferentes, pero aparentemente parecidos. Un gol en la final valdrá su peso en oro.