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Parece que los calendarios no le pasaran. Nada de barriga, ninguna cana. A los 59 años de edad, Arnoldo Iguarán luce fuerte y firme como un roble, como se veía en sus épocas en las que complicaba a las defensas contrarias con sus imparables piques y su temible cabezazo.

‘El Guajiro’, como llamaban a quien ha sido el futbolista más representativo de La Guajira, se mantiene trabajando en la oficina de deportes del Cerrejón y ahora lidera, a través de su Fundación, una obra benéfica para la comunidad wayuu.

¿En qué consiste la campaña?

Como todo el país sabe, la comunidad wayuu tienen muchos problemas y muchas necesidades, falta de agua y de salud. Pensando en eso, nosotros, que nos duele que esa gente sufra tanto, montamos una campaña de ayuda. Vamos a hacer 100 pozos para el agua antes de diciembre de 2017, esa es la meta. Estamos tocando las puertas de las personas de buen corazón para que se vinculen a la campaña. Verlos feliz por el agua es una gran satisfacción.

¿Quiénes lo acompañan en esta obra?

Está la Fundación Arnoldo Iguarán, Conéctate, del periodista Mario Alfonso Puello; y Felvu, de Boston.

¿Cómo empezó en el fútbol?

Yo empecé a jugar en La Guajira, pero después me di cuenta que tenía que buscar otro rumbo. Allá no llegaba nadie a verlo a uno, no teníamos cancha y había poco fútbol. La posibilidad era venirme a Barranquilla. Me dieron una beca en la CUC y jugaba ahí. El técnico era Othon Dacunha. Me tocó jugar con Victorio Márquez, que era 10, ¡qué calidad! Armamos un equipo que fue varias veces campeón. Llamaron a la Selección Atlántico a tres guajiros: Ignacio Escudero, Francisco Pichón y yo. El periodismo de Barranquilla criticó bastante eso. En los partidos amistosos que a veces jugábamos entre Atlántico y Junior, una vez se me acercó ‘La Bruja’ Verón y me dijo: necesito que vayas a las oficinas del club para que te entrevistes con el gerente Efraín Tejada, que él te va a recibir. Al otro día madrugué y me fui para allá. Eran como las 9 a.m., pasó el señor y me dijo: ya te atiendo. Yo espera, espera y espera. Me dieron las 12 del día y no me atendieron. Me aburrí y me fui. A los 10 días me llegó un telegrama de Cúcuta. ‘La Bruja’ no arregló con Junior y se fue para allá. Me llevó a mí y ahí comencé como profesional.

‘La Bruja’ dijo en una entrevista para esta misma sección que usted era de los jugadores colombianos que más lo había impresionado...

Hice una gran amistad con él. Cuando yo iba a Buenos Aires, nos visitaba en el hotel.

¿Cómo fueron los comienzos en el Cúcuta?

Duro y triste porque entrenaba y nada que jugaba. En un partido de reservas me fue muy mal y la gente decía: echen ese guajiro de aquí. Casi que me vengo. Un amigo me hizo cambiar de opinión. Como a los 15 días, me llevaron a Bogotá de suplente del equipo principal y me pusieron a jugar 15 minutos. Me fue muy bien y empecé a jugar más.

¿Cuándo fue su primer gol?

En Cúcuta, en el tercer partido, contra el Once Caldas. Se lo hice a Quintabani.

¿Ahí comenzó a dar de qué hablar?

Sí. Hasta me llamaron a la Selección Colombia a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, pero nos sacaron del torneo después de tres partidos y que porque todos éramos profesionales. Al año siguiente me llamó Bilardo a la Selección de mayores, pero no fui, no quise.

¿No quiso ir?

De pronto por temor y porque no tenía experiencia.

¡¿No quiso ir a una Selección Colombia de mayores?!

Yo me hago la misma pregunta. Tenía 20 años. Era la primera vez que me llamaban.

¿Y cómo argumentó ese no?

Les dije a ‘La Bruja’ Verón y a Germán Guerrero, un directivo del Cúcuta, que no me sentía bien para estar en esa Selección. Ahora digo: yo si soy marica, ¿ah? En verdad, cómo le voy a decir que no a una Selección. Eso nunca se supo. Ya después sí fui con Vidinic (técnico yugoslavo).

¿Cómo hizo para manejar la nostalgia guajira, las mujeres y la parranda?

Es que yo no parezco guajiro. Ahorita es que medio tomo algo. Nunca he sido tomador. Siempre he sido trabajador y disciplinado. En la mina, me dicen: tú no pareces guajiro. Yo no soy machista. A veces me ven lavando ropa y me dicen: eso es pa’ las mujeres. Yo colaboro y me gusta la cocina, pero a mí me dicen que eso no es de guajiro y que la mujer me tiene dominado (risas).

¿Tampoco era altivo en la cancha?

No. Para nada. A mí no me sacaban ni tarjeta.

¿No anda armado?

Nunca he tenido un arma en mi mano.

¿En sus épocas de jugador tuvo sus días de ron?

No es que uno no tome. Cuando hay una invitación o un evento importante algo se toma uno, pero uno como profesional sabía que eso resta y cobra. En vacaciones sí me tomaba mis traguitos en mi casa, allá si son parranderos.

Usted era un gran cabeceador. ¿Cuál fue el mejor que conoció?

Antes de mí, Eduardo Emilio Vilarete. Era altico y parecía que tenía un palo en la cabeza: ¡praa! Ese fue el mejor. Ahora, Falcao García. Yo no era alto, pero era muy vivo para anticipar y tenía buen sostenido.

¿Ese era el secreto suyo?

Sí, yo intuía, tenía un pique rápido en cortico y ganaba.

¿Cómo le fue con Jorge Luis Pinto en Millonarios?

Con Pinto uno tiene que pelear mucho, es muy complicado. Es lo que él diga y no más. Ha tenido problemas en todos los equipos, y con los líderes de los equipos.

¿Qué problemas tuvo Jorge Luis Pinto con usted?

Lo que pasa es que él exige mucho. Hacíamos trabajos de pretemporada subiendo cerros con unos chalecos. Yo a veces me quitaba ese chaleco y lo dejaba tirado. Pinto me decía: ¡Póngase ese chaleco! Discutíamos por eso. Era de momento. Como técnico es muy bueno y trabajador.

¿Cuál es el mejor técnico que tuvo en toda su carrera?

‘Chiqui’ García. Conseguimos dos títulos con él. Yo sé que no lo quiere mucha gente. Era muy buen trabajador y manejaba bien el grupo. En Selección, el mejor fue Maturana.

¿Y el peor?

Todos son buenos, a todos se les aprende algo.

Su mejor momento, sin duda, fue en Millonarios…

¡Claro! Duré once años y medio, dos títulos y tres o cuatro subtítulos.

¿Gonzalo Rodríguez Gacha llegaba al camerino de Millonarios?

Sí llegaba. Cuando lo estaban buscando, yo lo veía en el estadio. Yo decía: ¿a este ‘man’ no y que lo está buscando todo el mundo? En pleno estadio lo veía. Entraba. Yo decía: ¿entonces cómo es esto? Nosotros a veces íbamos a la finca de él, le gustaba mucho el fútbol, pero era más malo. Él mandaba una listica y decía: tráiganme estos jugadores a la finca. Íbamos como 10 y nos poníamos a jugar con él. Me aseguraba que el pase mío lo compró él. Ven al lado mío, me decía. Y yo era asustado. Uno veía a ‘manes’ (vigilando) por todos lados, montados en los árboles. Una vez íbamos entrando a Pacho (Cundinamarca), donde él vivía, y una señora tirada en el piso, toda mugrosa, parecía mendiga, pero cuando pasamos por ahí sacó un radio de comunicación y me imagino que dijo: ya pasaron.

¿Qué más recuerda de eso?

De Bogotá a Pacho son dos horas y media más o menos, pero una vez, para ir a su finca nos metieron por La Dorada (Caldas), fueron como cinco horas de viaje. En esos días la cosa estaba complicada. Otra de las cosas era que la comida que nos brindaban la preparaba la esposa de él, no dejaba que nadie le cocinara por miedo a que lo envenenaran. En Pacho tenía un pocotón de fincas. Un día llegamos a una y tenía un helicóptero nuevecito para 20 pasajeros. Nos dijo: vamos y damos una vuelta. Yo dije: no, después lo cogen desde abajo y lo tumban. Él me trataba muy bien a mí.

¿Premiaba a los jugadores?

Nosotros quedamos campeones en el 87. Nos dijo antes del título: si ustedes quedan campeones, los voy a invitar a una finca para que estén una semana allá y les voy a poner las viejas que ustedes quieran. Yo no fui porque ese día me vine para acá. Pero los que fueron me dijeron que la finca era hermosa y llevaron modelos. Había whisky y champagne Dom Perignon por todos lados. Se tiraban a la piscina, sacaban la cabeza y ahí estaba la botella. A esa fiesta fueron como diez, entre esos Prince, Pimentel, Piñeres. Fue una semana completica. Dicen que fue un espectáculo.

'EL PIBE VALDERRAMA SE LA 'MONTABA' A LEONEL ÁLVAREZ'

¿Cómo era Eduardo Pimentel como persona?

Cuando yo lo conocí era bien. Yo creía que era mi ‘llave’, fuimos ‘llaves’, pero después las cosas cambiaron.

¿Por qué?

Yo le llevé a Chicó a Luis Yánez, hicimos un convenio y no cumplió. Además, él me llevó a trabajar en Chicó como entrenador, y me quedó debiendo un año de contrato.

¿Quién sí es su amigo?

Cerveleón Cuesta, ese es mi ‘llave’. Todas las semanas hablamos.

¿Por qué no es DT?

Porque no me gusta. Nunca se me pasó por la cabeza.

¿Su mejor gol?

El que le anoté a Brasil el día que le ganamos en Chile, en la Copa América de 1991.

¿El mejor de cabeza?

El que le hice a Ecuador aquí en Barranquilla, en la eliminatoria de Italia 90.

¿La Copa América de 1987 fue su mejor torneo con la Selección?

¡Claro! Fui el goleador, anoté tres a Paraguay, bacano.

¿Su juego inolvidable?

El de Paraguay en la Copa América de 1987, anoté mi primer triplete.

¿El mejor socio?

R.ubén Darío Hernández y ‘La Gambeta’ Estrada. Eran fuera de serie. Hice muchos goles por Rubén Darío, mandaba muy buenos centros.

¿El recuerdo más lindo del fútbol?

Los campeonatos que ganamos y el Mundial de Italia con la Selección.

El Mundial de Italia 90 es inolvidable…

¡Ufff! Cuando uno está en la cancha y escucha el himno, se eriza y le da de todo.

Usted no jugó contra Alemania…

No. Yo antes del Mundial sufrí una contractura y los partidos ante Emiratos Árabes y Yugoslavia los jugué infiltrado. Contra Alemania no pude y contra Camerún, el segundo tiempo. No se me dio el golcito.

¿Cómo vivieron el gol de Freddy Rincón?

Esa alegría fue muy bacana. Nosotros nos levantábamos de la banca a medida que avanzaba la jugada. Todos nos metimos en la cancha a festejar.

¿Alguien recriminó a René Higuita por el segundo gol que le anotó Roger Milla en la derrota 2-1 ante Camerún?

No. Eso no se tocó. No era primera vez que salía jugando y a nosotros nos alegraba que él lo hiciera. Siempre lo felicitábamos. Ese día cometió ese error y todos lo apoyamos.

¿‘El Pibe’ Valderrama lo regañó mucho a usted?

No, me tenía mucho respeto. Al que se la ‘montaba’ era a Leonel Álvarez, ‘Chicho’ Pérez y ‘Barrabás’ Gómez. Los puteaba y toda vaina. A mí no.

¿Y por qué a Leonel?

Yo no sé, siempre se la ‘montaba’. Leonel a veces era ‘calidosito’, la llegaba a perder y de unas le decía: dámela a mí. ‘El Pibe’ era así en la cancha y después animaba. Era un motivador. Leonel era pura risa con ‘El Pibe’ fuera de la cancha.

¿A usted le fue bien con los pases de Valderrama?

Una vez ‘El Pibe’ dijo en una entrevista: yo a veces cogía el balón y tiraba un pase feo, pero Iguarán, con su pique, corría y alcanzaba la bola, entonces todo el mundo decía, ¡tremendo pase del ‘Pibe’! El mismo se reía de eso.

¿Cómo fundamentó ese tranco largo y velocidad que usted tenía?

En mi niñez, en La Guajira, había un juego tradicional que se acabó. Se llamaba el palito. Se tomaba una macana y una chifla, que era un palito delgadito y redondito. Nosotros colocábamos un palito con la puntica en la chifla y con el largo le dábamos en la puntica y el palito soltaba, entonces le pegábamos en el aire con la macana como si fuera béisbol. El que rival le decía al otro: te pido tantos saltos. El otro intuía la distancia y decía si los cogía o no. El que completaba el tramo en los saltos pactados cogía puntos. Yo era especialista en eso y daba saltos largos. Eso se debiera revivir, pero ya los pelaos no quieren saber nada de eso.

¿En un Millonarios vs. Junior a cuál apoya?

50 y 50.

¿Cómo considera su paso por Junior?

Yo al tercer partido me lesioné. Me fracturé el quinto metatarsiano y jugaba infiltrado. No me fue bien, pero cumplí mi deseo de jugar en Junior. Siempre lo soñé.

¿Qué le falta al Junior actual?

Gol. Eso fue lo que le faltó para ser campeón. Ni Ovelar ni Toloza son goleadores natos. Toloza tiene cinco opciones de gol y hace una. Junior siempre se ha caracterizado por tener delanteros goleadores como Valenciano y Bacca.

¿Jugó alguna vez con un delantero parecido a Toloza?

No recuerdo, siempre estuve al lado de jugadores goleadores, Rubén Darío Hernández, ‘Pajaro’ Juárez, ‘La Gambeta’ Estrada. Toloza tiene que trabajar bastante la definición, con las opciones que tuvo pudo ser el goleador de Colombia.

¿Qué le ha parecido el trabajo de Alexis Mendoza como técnico?

Está trabajando bien. De pronto mucha gente no lo quiere como es usual en Barranquilla. A los técnicos y jugadores de acá no los apoyan. Recuerdo cuando Álex Comas vino del Unión Magdalena para Junior, llegó como goleador y en el primer partido que jugó, lo chiflaron. No se es profeta en su tierra. Ha hecho muy buenas campañas y no lo han apoyado.