Está disfrutando su gloria olímpica. Responde, sonríe, posa, voltea. No niega una foto, no rechaza un autógrafo, no esquiva una entrevista. Carlos Alberto Ramírez Yepes vive su momento dulce con alegría y orgullo, colaborador con la gente y con la prensa que lo abordan mucho más que antes de alcanzar la medalla de bronce en el BMX de los Juegos Olímpicos Río de Janeiro-2016.
En medio de este feliz e ilustre instante de su vida, el bicicrosista paisa de 22 años se encuentra de visita en Barranquilla, la tierra natal de su padre, el médico nuclear Juan Carlos Ramírez Fontalvo.
Ramírez, que en la tarde de ayer asistió a la inauguración de un evento deportivo de la Universidad del Norte, de donde es egresado su progenitor, estuvo en la mañana en EL HERALDO en compañía de su padrino, el médico Emiliano Morillo y su hijo Nicolás Morillo.
Barranquilla no es desconocida para usted…
No, para nada, mi papá es barranquillero, mi padrino es barranquillero, me encanta la ciudad y estoy muy contento de estar acá.
¿Anda de vacaciones?
Sí, muy merecidas. El trabajo antes de Río fue muy fuerte y arduo. Ya tocaba un descansito.
¿Qué recuerda de sus días por Barranquilla?
Me acuerdo de los últimos años. Antes venía a donde las tías de mi papá y de aquí nos íbamos para la finca que teníamos en Caucasia, por allá por Planeta Rica. En los últimos años he estado acá con Emiliano, 'Nico' y toda la familia Morillo, disfrutando. Tuve otros viajes acá por un motivo distinto, pero dejémoslo así (risas).
¿Tenía novia barranquillera?
Sí, tenía novia barranquillera, deportista, dejémoslo así (risas).
¿La medalla olímpica le cambió la vida?
Sí, la medalla me cambió la vida totalmente. De pasar a ser un deportista reconocido en el bicicrós colombiano, pasé a ser conocido nacionalmente. Ya se siente más el cariño de las personas, caminando por ahí me identifican, se me acercan, me piden la foto, me hablan de cómo vivieron la competencia. Son cosas que le llegan mucho a uno. Uno nunca se imagina o dimensiona la cantidad de gente que vio la carrera y cómo la vivió. En el aeropuerto de Medellín se me acercó un señor y con los ojos encharcados de lágrimas, me decía: usted no sabe las enseñanzas que le dio a mi hijo. Eso es algo que en verdad llena y cambia la perspectiva que uno tenía de la vida deportiva.
¿Antes de los olímpicos no le pedían fotos o autógrafos?
Solo gente de bicicrós, pero nunca una persona x. Después de colgarme esa medalla en el cuello, empecé a dimensionar lo que significa la medalla. Ahora siento la responsabilidad que me he colgado. Tengo una responsabilidad con la sociedad, tenemos que demostrar que somos seres íntegros, debo ser un ejemplo para las futuras generaciones del deporte, no solo de los bicicrosistas. Lo asumo con ganas y energía.
¿Le gusta este cuarto de hora, eso de firmar autógrafos y dar entrevistas?
Eso es bacano, pero también cansa. Yo decía la otra vez que es más duro lo que viene después de la medalla que el mismo momento de entrenar para ganársela. Ya son más eventos, horas enteras firmando autógrafos, tomándose fotos. Es muy bacano porque se siente el cariño de la gente y el orgullo que uno le despertó. Uno quiere seguir con todos, pero hay momentos que quiere decir no más. A veces el cansancio pesa.
¿Muchos mensajes en sus redes sociales?
No alcanzo a leerlos todos. Al principio explotaron las redes, me tocó quitar las notificaciones de Instagram porque el celular estaba colapsando. Twitter colapsó. Ojalá le hubiera podido responder a todos. Por eso puse un comentario general. Yo en Instagram tenía 7 mil seguidores y pasé a tener 27 mil. En Twitter tenía mil y pasé a tener 9 mil, fueron cambios muy drásticos y en verdad no podía responderles a todos sus cariño.
¿Qué mensajes curiosos le pusieron?
La verdad no los he revisado todos, pero me han llegado varios piropos. Y ayer (el martes) una niña chiquita, en el colegio que yo me gradué (Cumbres), me regaló una cartica en la que aparecía arrodillada proponiéndome matrimonio (risas). Son cosas bonitas e inolvidables.
¿Siente que esto es pasajero?
Yo creo que es un boom del momento, los Olímpicos se acabaron hace tres semanas. Seguirá por un ratico. No sé qué tanto. Los deportistas nos merecemos el cariño de la gente, ojalá perdure. Como decía 'Yube' (el boxeador Yuberjen Martínez), no me admiren por lo que soy ahora, miren a las personas que vienen abajo. Hay que apoyar mucho más el deporte y a los que están trabajando por dar alegrías. En Río fueron 147 atletas colombianos que dieron lo mejor de sí, solo ocho pudimos traer medallas, pero todos fueron a darla toda y son orgullo nacional.
¿Cuántas veces ha visto la carrera en la que ganó la medalla de bronce?
La verdad, no la he visto muchas veces. La tengo muy memorizada y sé exactamente lo que pasó en cada momento, no tengo que verla. La veo en mi mente sin sentarme ante una pantalla. Lo que pasó, pasó. Quedé contento con lo que hice. Estoy trabajando para llegar a lo más cerca de la perfección
¿Qué le recomendó Mariana Pajón antes de la carrera y ahora en medio del boom de la medalla?
Antes se habló que estábamos listos, que habíamos luchado para estar allá. Nosotros sabíamos lo que teníamos que hacer. Después de la medalla se me acercó y su hermano, más que todo, me dijo que no sabía la responsabilidad que me había colgado. Mariana también me advirtió: no te imaginas lo que viene. He disfrutado cada momento, se siente el cariño de la gente. Gracias, Colombia.
Usted vive en La Estrella, un municipio cercano a Medellín, donde es vecino de Mariana Pajón. ¿Qué tal es de vecina?
Mariana ha sido un apoyo en toda mi vida, nos conocemos desde chiquitos y siempre la he admirado. Es una gran deportista y persona, sabe lo que quiere, para dónde va y por lo que está luchando.
¿Qué significa esa medalla?
Un sueño hecho realidad. Esto es por lo que he trabajado tanto. Esas mañanas en las que uno madruga, no sabe qué va a hacer y dice: hoy estoy 'mamao', no voy más. Pero uno esa energía la saca de donde no la tiene y piensa: ojalá este sacrificio valga la pena. Cuando uno tiene esta medalla colgada, piensa: todo lo que luché, trabajé y sacrifiqué, valió la pena. Di lo mejor de mí. Esto es una locura.
¿Hubo momentos en los que le dieron ganas de colgar la bicicleta?
Ha habido momentos muy duros en mi carrera deportiva. Mucha gente no sabe, han visto ahora que estoy arriba, pero no saben lo que tuve que pasar atrás. Tuve un año en el que no me fue bien ni mal, pero no era lo que yo esperaba, entonces yo dije: no voy más, se acabó. Colgué la bicicleta en la pared y dije: no la vuelvo a coger. Pero solo aguanté un mes sin usarla. Me dije: cómo voy a parar en este momento estando a tres años de un sueño olímpico.
¿Hubo más momentos así?
El año pasado fue muy duro. Sufrí hasta más no poder porque sabía que estaba en buen nivel, pero los resultados no se daban, me estaba cayendo y estaba teniendo errores. Poco a poco fui mejorando, este año comencé con el pie derecho.
Carlos Mario Oquendo ganó bronce en BMX en Londres 2012. Esta vez usted es quien gana esa misma medalla. ¿Qué significó tener que competir con su coterráneo?
Desde que clasificamos y nos enteramos que íbamos a competir juntos, no fue algo muy agradable para mí porque sé que es una competencia muy directa, somos rivales desde hace rato, somos colombianos y no nos queremos tirar duro en una olimpiada. Intentamos mutuamente no hacernos ningún daño, aunque cada uno va por lo suyo. Los dos estábamos en un nivel muy parejo, siempre ha sido así, pero pasó lo que pasó, así es la vida. Me felicitó mucho, me dijo que bacano que el bronce de nuevo haya sido colombiano. Ojalá hubiéramos estado los dos peleando en la final, pero no fue como quisimos, el deporte no siempre va como uno quiere.
¿Cuántas lesiones le ha dejado el bicicrós?
No sabría decir exactamente cuántas, pero tengo cuatro cirugías en la mano izquierda de un mismo huesito (escafoides) que me he quebrado dos veces, tengo dos tornillos, me he quebrado la muñeca, la clavícula, he sufrido varios esguinces en el tobillo, distensión de ligamento cruzado anterior en la rodilla derecha, me reventé la bursa en la rodilla izquierda, lesiones y golpes es lo que hay. En nuestro deporte es así. Cicatrices de caídas y raspones me sobran en el cuerpo. Cada una tiene un aprendizaje.
¿En qué momento dijo: me dedico al bicicrós?
Yo empecé a los 5 años y poco a poco fui metiéndome más y más, a los 8 años quedé campeón mundial por primera vez, pero uno a esa edad todavía juega con tierra, después, ya con 14, 15 y 16 es que uno empieza a dimensionar lo que es el deporte y lo que quiere. La participación en los Juegos Olímpicos las soñé desde Beijing-2008, me los vi toditos. Todavía no se sabía mucho sobre el BMX y recuerdo que los comentaristas no sabía cómo explicarlo bien. Eso me motivó a representar al país en unos Olímpicos. Los de Londres-2012 también los vi en mi casa y fueron el último impulso para luchar cuatro años y llegar a Río.
Su padre es un reconocido médico nuclear (Juan Carlos Ramírez Fontalvo). ¿No hubo presión familiar para que dejara los pedales y agarrara el estetoscopio?
Hubo un momento que mi papá sí me dijo: ¿y ahora qué? Dejemos la bicicleta ahí y dediquémonos al estudio. Pero no era forzado, no era una presión. Fue un comentario al aire para ver qué respondía yo. Eso fue después de quedar campeón mundial. Yo dije: hagamos el ciclo olímpico bien hecho, luchemos por Río-2016. Eso fue lo que se logró.
¿Ya le empezaron a cumplir con los premios por ser medallista olímpico?
Sí, ya empezaron a cumplir. El deporte colombiano ha mejorado muchísimo en ese aspecto. En la Casa de Nariño, con el Presidente, nos entregaron lo que nos tenemos que ganar por medalla y nos entregaron un carro. Estoy muy contento con todo.
¿Les parecen justos los premios?
Sí, creo que son justos. Son unos premios más grandes cada cuatro años. El deporte ha mejorado. Necesitamos más apoyo privado, que también se meta a apoyar a los futuros prospectos. En la parte formativa son los papás los que patrocinan al deportista, debería existir más apoyo para ellos.
Afortunadamente sus padres tenían los medios para apoyarlo porque el bicicrós es un deporte costoso…
Al menos yo tuve unos padres que me pudieron respaldar con implementos y viajes. Mi papá sacrificó muchas cosas porque él viajaba conmigo para arriba y para abajo, le tocaba dejar el trabajo. Gracias a Dios a ellos les debo todo.
¿Y al padrino barranquillero que le regaló el primer casco?
(Risas) También, también.
¿Qué mensaje le envía a Daniel Barragán, bicicrosista atlanticense que se encuentra en Miami en su lucha por recuperarse tras sufrir un duro accidente?
He hablado con él y con su papá. Le digo lo que le digo siempre: que luche y sueñe en grande. Él sabe que lo estamos apoyando, que estoy súper pendiente del proceso, que siempre he estado ahí atento a lo que sucede con él, que no se desanime y siga adelante, con la ayuda de Dios lo logrará. Dani es un guerrero. Próximamente lo estaré visitando.
¿Consejo para los niños y jóvenes deportistas?
Que perseveren y sueñen en grande, porque soñar es gratis. Trabajen y luchen por sus sueños. Y a sus familiares que los apoyen en todo. Nosotros no tenemos límites y hay que gozarse la vida.