En octubre del año 2002, tras un procedimiento quirúrgico para extraerle un tumor en la cabeza, la luz se le apagó para siempre al atleta barranquillero Delfo Arce. Momentos duros, donde la oscuridad fue por dos años su mejor aliado, privaban a Colombia, en ese entonces, de tener en acción a uno de los mejores velocistas de la rama no convencional.
'Meses antes de la operación que me sacó el tumor de la cabeza, recuerdo mi último partido de fútbol en la Ciudadela 20 de Julio. Ese día no veía el balón. Me hicieron un pase y se me fue la pelota. Yo decía: 'Qué me pasa, este no soy yo'. Luego, como se dice vulgarmente, pele el balón (risas). Ese día fue trágico y me tocó salir y eso que yo no daba chances. Y otro episodio doloroso que recuerdo fue un día antes de la operación. Yo estaba ya en la habitación y una comadre (Liliana), me dice que mis amigos están en la ventana mirándome y saludándome. Ella me llevó a la ventana, pero ya yo no podía verlos. Luego fueron nueve horas en una sala de cirugía, pero gracias a Dios aquí estoy', destaca a EL HERALDO Arce, corredor del registro del Atlántico y que estuvo en los pasados Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Hoy, cuando se conmemora en el país el ‘Día Nacional de las Personas con Discapacidad’, Delfo cuenta cómo el atletismo lo hizo sentirse apto para una sociedad que aún se deja llevar por el ‘virus’ de la discriminación.
'Esos dos años que pasé encerrado y que casi nadie sabe, fueron de mucho dolor. No podía caminar porque sentía un vacío en mi cabeza, pero cuando tú tienes a alguien por quien luchar, que en ese entonces era mi hija Kenia Patricia, de un año de edad, yo decidí volver a ser Delfo. Yo me crié en el barrio San José con mi abuela. En ese momento decido ayudarle a hacer los fritos. Molía el maíz, le hacía los mandados. Comencé a ser yo y luego me relaciono, llego al Metropolitano y gracias al atletismo comienzo a sentirme útil para la sociedad', agrega Delfo, quien a sus nueve años, producto de un golpe, desarrolló un tumor que se fue desarrollando silenciosamente hasta el año 2002, cuando el velocista regresaba de Bogotá.
'Las cosas no las hago buscando el aplauso de nadie. Las hago mí, para mis hijos (Kenia, de 15 años, Juan Sebastián, de 11 y Sara, de 3 meses), para que sepan que a pesar de esa situación, su padre nunca se quedó allí. Siempre estoy con las personas allegadas para darles o mostrarle ese rostro de felicidad. No importa la circunstancias que pasemos, siempre debemos darle la gloria a Dios y trabajar por nosotros y por nuestros seres queridos. Estoy en la universidad tratando de salir adelante en mi parte educativa y eso me llena de orgullo', expresa Delfo.
La figura de su guía
Arley Barrios, hace cuatro años, es la sombra de Delfo Arce en el atletismo. Es el guía, el amigo, esa voz que lo impulsa a dar lo mejor en cada competencia nacional e internacional.
'Arley es amigo mío hace mucho tiempo. Hace cuatro años somos atleta y guía. Hablarte de Arley es hablarte de mucha gente y compañeros en el estadio que me han brindado su apoyo. Los entrenadores Orlando Ibarra, el profesor Reyes, Aymer Castillo, en su momento Álvaro. Cada uno de ellos me ha ayudado a ser mejor atleta y persona. La ayuda sicológica también es de mucha importancia y la señora Yomaira Jiménez, que también es invidente, me ha ayudado en este proceso', concluye Delfo, quien desde ya le apunta a seguir ganando oros en los Parapanamericanos, aunque su meta principal es el oro en los Paralímpicos de Tokio 2020.