Un empujón del destino. A los 7 años Laura Vanessa García Ripoll se vio envuelta en una temerosa situación cuando cayó en una piscina y estuvo a poco de ahogarse. Fue una experiencia agridulce porque si bien su vida estuvo en riesgo, esa mala jugada la impulsó para que practicara la natación y llevara hoy el rótulo de gran representante del Atlántico.
'Tenía unos siete u ocho años. No recuerdo bien. Estaba en un edificio, caminando por el borde de la piscina, y un niño de maldad me empujó. Sentí unos nervios terribles porque no tocaba el piso. Luego pude controlarme y tocar el borde de nuevo. Le conté a mi papá (Édgar) y él me dijo que me enviaría a una academia para aprender, más que por seguridad que por otra cosa', expresa Laura, mientras sus compañeras de undécimo grado, en el colegio Sofía Camargo de Lleras, observan lo que dice a EL HERALDO.
Estando en el curso de natación en Comfamiliar, su instructor (Boris Pino) vio que la pequeña Laura podía evolucionar en el agua y pasó a enfrentar nuevos retos junto a Aldo Pichón.
'Él (Aldo) me decía que estaba muy pequeña aún, pero mi papá insistió y fui a un certamen en Cartagena. Allí me fue bien y gracias a Dios, después de todo eso, estoy en un gran lugar y trabajando con uno de los mejores como es Eduardo Movilla', agrega Laura.
Su potencia en el agua la hizo merecedora, junto a su compañero Camilo Marrugo, de un cupo al Suramericano que se disputará en Cali del 17 al 23 de abril.
'Para mí es un logro grande estar defendiendo los colores de mi país. Estoy entrenando con los mejores nadadores de Colombia y es lo más maravilloso que me ha pasado como nadadora. En mi proyecto de vida siempre va a estar este deporte y lo trato de hacer de la mejor manera', expresa Laura, quien hace parte del programa de ‘Deportistas Apoyados’ de Indeportes y recibe un auxilio mensual de $500 mil pesos.
'Con esa ayuda puedo comprar mis suplementos vitamínicos. Si me falta algún implemento, como gafas, u otra cosa más, puedo coger de allí. En los viajes ese dinero también me puede servir. No es mucho, pero ayuda', expresa la deportista que admira a Carolina Colorado y a la húgara Katinka Hosszu.
Su jornada es casi que extenuante. Hay días en que debe estar a las 5 de la mañana en la Piscina Olímpica. Luego de entrenar, a eso de las 6 a.m., debe partir a su colegio y cuando cumple su jornada estudiantil debe estar tipo 4 p.m., nuevamente en el lugar donde pulveriza tiempos y comienza a hacer historia.
'En este deporte se debe ser disciplinado. Es de mucha constancia. Si pierdo un día de trabajo no podré recuperar los metros que perdí. Debo tener actitud en cada competencia y en cada jornada de entrenamiento debo moverme bien. Ser rápida en cada estilo, ya sea mariposa (donde es campeona nacional) o en algún otro', agrega.
Aparte de la natación, Laura se anima a practicar el baloncesto. Pese a que no es alta, se defiende haciendo canastas y de vez en cuando, juega en su colegio.
'El baloncesto me encanta porque puedo demostrar también mis habilidades, pero si me ponen a elegir, voy por la natación', concluye la joven talento que se define como una persona 'perseverante y demasiado disciplinada'.