Un hijo del Magdalena duró casi dos días surcando el planeta para llegar al corazón de los montes Urales rusos, y defender este viernes 5 de mayo su cinturón como campeón Intercontinental de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) ante una gloria local.
'Pedí un tinto en el avión, de Moscú para acá, y me dieron un vino tinto', dice Hugo Berrío y suelta una sonora carcajada en una mañana soleada en el centro de Ekaterimburgo, Rusia. Está trotando a las orillas de la presa del río Iset. Lleva más de dos meses preparándose y no quiere bajar la guardia en la víspera de la que describe como 'la pelea más difícil de mi vida'.
En una sudadera azul celeste cerrada al cuello, y con gorra de reggaetonero, el hombre nacido hace 30 años en el municipio ribereño de Plato lanza veloces jabs a su sombra. Patos de cuello verde y pico dorado que recuerdan a las decoraciones de la vecina se sumergen en el agua plateada a sus espaldas. Tipos fornidos chapotean practicando una carrera de canotaje. Al fondo, figuras geométricas multicolores ondulan y brillan en las paredes de dos rascacielos, y al frente una joven rubia que daba vueltas en bicicleta se detiene para tomarse una foto al lado de Berrío.