En medio del lógico dolor por la muerte de su padre, a Mario Alberto Coll le aflora el orgullo y los recuerdos en un diálogo telefónico con EL HERALDO. El menor de los tres hijos de la primera unión familiar de Marco Coll, repasa en su cabeza todo el cariño, amor y las enseñanzas que le transmitió su padre durante sus 81 años de vida. En sus remembranzas aparece inevitable aquel gol olímpico que inmortalizó e hizo más grande el nombre de su progenitor.
Mario, que también fue futbolista destacado en Junior y recibió varias oportunidades en la selección Colombia (en la década del 80 y a principio de los 90), dice que en cada reunión social a la que acudía su papá era imposible gambetear el tema que tanto reconocimiento nacional e internacional le dio: el gol olímpico que le marcó a nada más y nada menos que al mítico Lev Yashin, ‘La Araña Negra’, considerado por muchos 'el mejor arquero de la historia', en el partido en el cual Colombia consiguió un heroico empate 4-4, el 3 de junio en el estadio Carlos Dittborn, de Arica, en el Mundial de Chile-1962.
Aunque Marco Coll siempre fue un tipo de buen humor, sencillo, humilde, sin aspavientos ni humos elevados, siempre se mostró orgulloso por su gol olímpico. Valoraba y defendía tanto su anotación, la única de ese tipo en toda la historia de los mundiales de fútbol, que hasta se molestaba un poco cuando sus colegas y amigos del mundo del balón comenzaban a bromear sobre la concepción de la jugada.
'Era un asunto que se tocaba mucho porque es algo inolvidable. Y hoy, gracias a la tecnología, lo podemos revivir cuando queramos. Y es que no es solo el gol olímpico, es a quien se lo marcó: ¡a la ‘Araña Negra’. Los amigos de mi papá le ‘mamaban gallo’ (bromear) y le decían que su gol fue de la brisa, no de él. A mi papá a veces le daba rabia. Se molestaba cuando le decían que el gol había sido por la brisa', recordó Mario.
Su padre solía admitir que no pensó en hacer ese gol al ejecutar el tiro de esquina. '¡No! Yo soy honesto: no. Cuando yo voy a cobrar el tiro de esquina, veo a todos los rusos grandísimos y ahí Dios me iluminó. Yo dije: lo voy a tirar a media altura. Ahí es donde tengo el mérito', le dijo Marco Coll al periodista que escribe esta crónica en una entrevista en 2012.
Mario, radicado en Dallas, Texas (EEUU) desde 2001, estuvo hace dos semanas en Barranquilla visitando a su padre que se encontraba recluido en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Bonadona Prevenir, a donde había acudido en distintas oportunidades en los últimos meses. Sufría alzhéimer y otros quebrantos de salud.
'Pensé que iba a salir de esta, pero la muerte le ganó el partido. Su estado no era el mejor. Los principios de alzhéimer contribuyeron a los otros problemas. Creo que es uno de los motivos por los cuales mi papá decayó muchísimo. A partir de eso se le conjugaron varias cosas', contó Mario Coll.
Marco Coll tuvo cinco hijos, tres de su primera relación sentimental con la tolimense Ruby Montealegre, y dos de la segunda. Deja seis nietos.
'Era una persona demasiado sencilla y humilde. El reconocimiento por el gol y por lo que vivió en el fútbol no le hizo perder la cabeza. Siento un dolor muy grande. Que Dios lo tenga en su santa gloria', puntualizó Mario.