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Todos en este país sabían que arriesgarse a tomar un combate con uno de los mejores libra por libra del mundo luego de una dura batalla contra Óscar Valdez en abril era un locura, menos las empresa de Miguel Marriaga en cabeza de Ricardo Maldonado e hijos y el promotor internacional ‘Tutico’ Zabala Jr.

El arjonero cayó por nocaut técnico en el octavo asalto después de una apabullante superioridad de su verdugo, el campeón mundial de las 130 libras versión OMB, el ucraniano Vasyl Lomachenko, quien llegó hasta mofarse de púgil nacional que se vio en condición de inferioridad en materia de peso corporal tras el pesaje oficial y la rehidratación.

Marriaga mostró un buen juego de cintura, comenzó la reyerta caminando bien el entarimado con sentido a las manecillas del reloj, alejándose de la zurda de Lomachenko, pero sin utilizar el básico jab que mantuviera a distancia al monarca, dejándolo que este lo arroyara con sus ráfagas, en un Teatro Microsoft de Los Ángeles que lució con buena ocupación.

Solo en una ocasión el colombiano atinó con su volado de derecha que llegó claro a la cara del europeo al cierre del tercer capítulo, pero eso fue todo. Mucho respeto al campeón o resignación ante unos lances que no alcanzaban para moverlo de su balance.

El crédito nacional solo asestó 45 golpes en 7 asaltos, en la práctica, 8 de forma oficial. Muy poco para tratar de aspirar a arrebatarle el cetro súper pluma al doble medallista olímpico.

Sufrió dos caídas en el tercero y séptimo antes que Ricardo Maldonado padre le dijera a Jack Reis, el árbitro de la contienda que su pupilo no iba más.

Quedó patentado el riesgo a la integridad física a la que sometieron a Marriaga a costa de una millonaria bolsa que se reparte en partes; se jugó con el crédito internacional que ganó en la pasada reyerta con Valdez y debió convencerse que las 130 libras no es su categoría.