Un erizo multicolor, alegre y juguetón, de cuerpo pequeño, ojos y pies grandes, es la cara que identifica los XVIII Juegos Bolivarianos de Santa Marta. Se le ve en todos los escenarios deportivos y en eventos protocolarios. Salta, baila y se convierte en un atractivo para niños que lo buscan para tocarlo y darle la mano.
Se llama ‘Ajaytuké’, - una expresión netamente Caribe- y fue escogido como mascota de las justas en medio de disímiles conceptos, unos a favor y otros en contra.
La pregunta que muchos se formulan desde hace rato es: '¿Quién es el que está dentro de ese muñeco?'. El interrogante lo resolvió EL HERALDO.
Se llama Darlington Manuel Rivadeneira Brito, es guajiro, tiene 37 años, está casado con Yoleima Vizcaíno, de cuya unión hay 7 hijos; es bailarín de música urbana y desde hace 20 años zapatero, aunque él denomine este oficio como 'embellecedor de zapatos'. Nació en barrio Pescaito, a dos cuadras del mar Caribe, pero hoy vive en Luis R Calvo, al nororiente de la ciudad.
Su corta estatura (1.62 metros) fue fundamental para que lo escogieran como la persona para darle vida al erizo, pero también por su plasticidad y dotes de artista. Y aunque sostiene que 'suda como un loco', dice sentirse feliz con su personaje.
‘Ajaytuké’ le ha enseñado mucho, especialmente valorarse asimismo y apreciar las pequeñas cosas que lo rodean. 'Desde adentro del erizo veo la felicidad de los niños y noto la admiración de los adultos, pero también me he dado cuenta de situaciones que me han hecho reflexionar', anotó.
Comenta que si antes de ‘Ajaytuké’ tenía un especial sentimiento de amor hacia los niños, hoy lo ha acrecentado. No en vano Darlington tiene 7 hijos, el mayor de 17 años y el menor de apenas dos meses. 'Ellos están orgullosos de mí, soy su imagen y soy su héroe', precisó.
Sostiene que mover a Ajaytuké no es tan fácil, pues además del peso que tiene (10 kilogramos) le toca soportar un 'infernal calor'.
Los niños
Verónica y Paula Romero, dos chiquillas samarias de 6 y 7 años, respectivamente, no escondieron su alegría al ver que ‘Ajaytuké’ se dirigía a ellas para saludarlas desde la valla que los separaba en el complejo acuático.
Felices, las niñas se tomaron fotos y le dijeron a su mamá que les comprara uno, pero más chiquito. El compromiso de madre a hijas quedó pendiente.
Para las pequeñas el cariñoso erizo opacó el atractivo de los clavadistas internacionales que en ese momento hacían sus acrobáticos saltos desde el trampolín de la piscina bolivariana.
'Ver a esas niñas tan felices es algo que no tiene precio… es el mejor premio que yo pueda recibir, así nadie conozca al ser humano que hay dentro del muñeco', precisó Darlington Rivadeneira.
Es de anotar que la organización de los XVIII Juegos Bolivarianos adoptó a este erizo como mascota en razón a que es un animal nativo, que tiene su importancia en el delicado equilibrio marino y costero. También se hizo con el fin de generar consciencia en su conservación.
'Samario que no se haya puyado con un erizo en el mar, no es samario', dijo Edgar Fuentes, un pescaitero de pura cepa.