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Diecisiete minutos después de la hora acordada, forcejeando con los trancones de una Barranquilla que se angosta en las horas pico, me encuentro en el sexto piso de un apartamento al norte de la ciudad. A mi lado derecho, luciendo una camiseta deportiva y unos esparadrapos en su pierna izquierda, tapando las últimas heridas de guerra del Suramericano de patinaje, se encuentra Álex Cujavante Luna.

La brisa sopla fuerte, las ventanas tiemblan, pero la tranquilidad del velocista de 23 años no se altera. 'Ya estaba bueno, mucho patín', pronuncia mientras divisa el río Magdalena. Diciembre lo apasiona. Está cerca de sus seres queridos y la comida, como el chuzo desgranado, para él 'la mejor comida del mundo', está a la mano.

Desde el fallecimiento de doña ‘Pachita’ hace más de 10 años no asiste a una novena. Su vecina en el barrio Modelo, su antiguo lugar de residencia, reunía la cuadra para compartir en el último mes del año. Cujavante, campeón del mundo en China, doble medallista en los Juegos Bolivarianos, por nombrar algunos de sus logros, compartió con EL HERALDO cómo vive la Navidad y el Fin de año.