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Desde niño su vida ha estado ligada a un maderamen. Nació Manizales, se formó como basquetbolista en Bogotá, pero fue en Barranquilla donde consiguió la cima y cosechó grandes éxitos a nivel deportivo y personal. Gustavo Lindo de Armas se resiste a alejarse del baloncesto y desde Panamá, donde vive desde hace 7 años, atendió a EL HERALDO y recordó su época dorada con los Caimanes, con los que logró títulos.

p ¿Por qué decide irse a vivir a Panamá?
r La historia es porque mi hija se va primero a estudiar Ingeniería Industrial, después cada cuatro o cinco meses la visitamos y así estuvimos durante dos años. Pero mi esposa me dijo: vámonos a vivir a Panamá. Así nos fuimos a vivir allá y desarrollar el baloncesto en Boquetes, que tiene dos coliseos y nadie los aprovecha.

p ¿Aún juega baloncesto y a qué nivel?
r Juego en un equipo para practicantes entre 28 a 38 años y también en uno de mi categoría, entre 40 y 50 años. Represento a Colombia en los torneos internacionales de baloncesto maxibasquet.

p ¿Qué fue lo más lindo que le dejó el baloncesto?
r El haber podido vivir en Barranquilla, que mis hijas crecieran en el ambiente de esta ciudad y poder disfrutar de todo en la mejor época del baloncesto en Barranquilla.

p ¿Cómo llega a Barranquilla?
r Regreso a jugar baloncesto a Colombia después de la beca que tuve en una universidad de Texas (EEUU). Llegué a jugar a Piratas de Bogotá. Me acuerdo que Farid Char (QEPD) y Raúl González Moscarella fueron los partícipes de que yo me fuera a vivir a Barranquilla y a jugar con el equipo de Caimanes.

p ¿Cuál cree que fue su mejor época en el baloncesto?
r La de Barranquilla definitivamente, porque fue la que disfruté durante 16 años que viví allá, por lo tanto fue mi mejor momento deportivo y familiar. Entre 1990 y 1994, regresaba de Estados Unidos, estuve en mi mayor apogeo y el inicio de la Copa Costeñita.

p ¿Qué significan los Caimanes en su vida?
r Para mí fue y seguirá siendo el mejor club de Colombia. La idea es si Dios quiere volver a sacar el equipo de Caimanes. Ese era el deseo de Farid y los dirigentes en Barranquilla que quieren volver. Los mejores momentos de mi vida los viví en Caimanes. Tuve el privilegio de conocer y tener como amigo a Farid Char. Su muerte fue dura, el dolor, pero sabemos que dentro de poco volveremos a sacar a los Caimanes.

p ¿Qué cree que pasó con el baloncesto en Barranquilla?
r El baloncesto en Barranquilla se fue acabando porque a nivel nacional también. El baloncesto está sufriendo un cambio positivo en el sentido de que los jugadores que están en diferentes academias no lo han dejado morir. Hubo una época en la que los colegios promocionaban o siempre estaban sacando equipos, pero también hubo un bajón. La dirección a nivel nacional es pésima, iniciando por la Federación Colombiana y ahora te podrás imaginar las ligas. Ahora mismo el baloncesto en Colombia está estancado.

p ¿Qué hay que hacer para que el baloncesto reviva?
r En Barranquilla está Leonardo Castro que es la persona que está tratando de liderar un grupo de entrenadores, de dirigentes, de personas que saben de baloncesto y administración deportiva que es lo más importante. Sé que está Giovanni Bacci y otras personas que quieren hacer algo y hay que apoyarlos.

p ¿Cómo fueron sus inicios en el baloncesto?
r Yo inicié en el baloncesto porque en esa época yo iba a acompañar a mi hermano al entrenamiento de la Liga de Bogotá en El Salitre y de pronto faltaba un jugador y me llamaron. Un entrenador me vio y me dijo: ‘Gustavo ven a entrenar’. Yo era preinfantil y cuando inicie a jugar tenía 11 años.

p ¿Por su estatura intimidaba a los demás?
r Me decían baja coco, vara de premio, poste, pero me lo decían de lejitos, de frente no eran capaces. Siempre he sido un poco agresivo, toda la vida. Ese es mi carácter, siempre estar defendiendo a los demás y por eso jugar para mí era un escape muy importante. Entregarme más del 100% en la cancha.

p ¿Peleaba cuando jugaba?
r Varias veces. Con Caimanes fueron muchas. Una vez estábamos en Manizales, estábamos disputando unas finales y perdimos un partido y estábamos aburridos. En el público nos gritaban de todo y de pronto Boris Campillo me dice, Gustavo vamos a levantar a esa gente porque ya me tienen harto de tanto madrazo. Entonces di la espalda, y allá estaba Boris dándose con toda esa gente y me tocó subir y separar a toda esa gente allá.

p ¿Qué era lo que mejor tenía como basquetbolista?
r La marca, el rebote, liderazgo y el respeto que infundía a los otros jugadores. Mis compañeros se sentían respaldados, era importante para los entrenadores.

p ¿A qué jugador de la NBA de hoy día cree que se parecía?
r De hoy en día hay muy pocos. Yo siempre me identificaba mucho con Dennis Rodman.

p ¿Por qué cree que no llegó a la NBA?
r Todo está en uno. Para mí fue más importante el nacimiento de mi hija, el estar con ella y mi esposa, conformar una familia alrededor del baloncesto y para mí era más cómodo estar en Colombia. Por eso no seguí mi rumbo a nivel profesional allá. No le di prioridad a la NBA, para mí era más importante mi familia.

p ¿Qué significa para usted el baloncesto?
r Es mi vida, me ha dado todo, todavía vivo del baloncesto.

p ¿Qué otro momento recuerda cómo basquetbolista?
r Cuando perdía. No podía nadie hablarme, así sea que yo no tuviera la culpa en este deporte de conjunto. Perder para mí no era aceptable. Me amargaba mucho y durante la noche me acordaba mucho de lo que pasó, lo que no hice, por qué no la metí. Eso me animaba al día siguiente para entregarme al máximo.

p ¿Cómo era un partido de los Caimanes con el Elías Chegwin lleno?
r Eso daba gusto jugar en Barranquilla. El sentir de la gente, cuatro o cinco emisoras transmitiendo el juego. Cuando terminaba los partidos me tocaba regalar hasta las medias, porque la gente pidiéndolo todo. Era hermoso y más cuando íbamos a jugar a otras ciudades. La gente asistía, pero era para vernos a nosotros. Eso era una locura.

p ¿Qué era lo mejor de Caimanes?
r Los jugadores que tenía. La unión que formamos y el liderazgo de los entrenadores.

p ¿El momento que más recuerda con Caimanes?
r Una final en Bucaramanga. Faltando 3 a 4 segundos e íbamos perdiendo por un punto y derrotados casi, tomé un rebote, lo recojo en la línea de tiro libre, lanzó, entró el balón y sonó la chicharra para ganar el título.

p ¿Un partido que recuerda?
r En Montevideo cuando eliminamos en el torneo de Baloncesto de Suramérica al mejor equipo de ese país. Eso fue historia y de un equipo colombiano.

p ¿Qué otro momento?
r Fuimos los mejores en Colombia. Llenábamos coliseos y querían siempre ganarnos. La gira en Suramérica nos permitió hasta lograr que un carro de bomberos nos paseara hasta el Chegwin con el reconocimiento de la gente. Para el baloncesto del Atlántico y profesional fue el mejor momento.

p ¿Qué le gusta hacer después del baloncesto?
r Vender. Puedo hasta vender una loca preñada.