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El sábado anterior el campeón del peso pesado del Consejo Mundial de Boxeo Deontay Wilder ‘Bombardero de Bronce’ y el retador cubano Luis ‘King Kong’ Ortiz se tranzaron en una disputa en Nueva York que volvió a inyectarle interés a la categoría reina del pugilismo venida a menos por muchos años sin nombres que acapararan los reflectores y encendieran televisores.

Desde la transición de los monarcas ucranianos y hermanos de sangre Vitali y Wladimir Klitschko, pero sin el brillo, esplendor, publicidad de la generación anterior de los Mike Tyson, Evander Holyfield o Lennox Lewis, no se volvía a vivir un momento emocionante como el que Wilder y Ortiz nos regalaron a los amantes del boxeo en el mundo con tan solo cinco épicos asaltos de los diez disputados.

Wilder, sin la versatilidad que le gusta a los ortodoxos del boxeo, pero dueño de una relampagueante y poderosa derecha, mandó a la lona al ‘King Kong’ en el quinto con un libreto muy sencillo: un jab de zurda extendido como un machete para marcar distancia y detectar cuando el rival entrara en zona roja para ajustarlo. Y así fue.

Las piernas del ‘King Kong’ se pusieron de caucho sin que las cuerdas fueran sus aliadas en el quinto asalto.

Recuperado dos asaltos más tardes, el pugilista antillano se metió a un intercambio de miedo en las cuerdas y estremeció los 2.01 metros de estatura y los 102 kilogramos de peso corporal de Wilder con un zurdazo que lo pusieron a patinar sobre hielo.

Inteligentemente Wilder en medio de su crisis le echó el cuerpo encima al cubano al que le faltó plomo en los nudillos para rematar.

Recuperado en el noveno y décimo asalto, el campeón volvió a echarle leña al fuego propiciando los intercambios de miedo para firmar con un hermoso uppercut su victoria 40 y la 39 por la vía del formol.

Ahora le queda a Wilder esperar que la otra semana el medallista olímpico de oro inglés y dueño de las coronas pesadas de la AMB, FIB e IBO, Anthony Joshua, unifique con éxito ante el neozelandés Joseph Parker, campeón OMB, y allanar el camino con una victoria a la millonaria contienda Wilder-Joshua probablemente en el mítico Wembley donde Joshua metió 90 mil personas en abril del año pasado para noquear a Wladimir Klitschko.

Aparte del poder de sus puños, Wilder y Joshua aportan el ingrediente humano y filantrópico que los resalta en la cronología de estos gigantes de la máxima categoría en el boxeo.

Wilder, nacido en 1985 en Tuscaloosa (Alabama), siempre quiso jugar el fútbol americano, pero en 2005 el nacimiento de su hija Naieya con un defecto congénito llamado espina bífida, enfermedad sin cura, pero con un tratamiento puede ayudar al enfermo, Deontay debió tomar tres trabajos al tiempo en IHOP (la Casa de los panqueques), Red Lobster y en la cervecera Budweiser para intentar suplir el costo del tratamiento médico, aunque sin éxito.

Ante ello, y decidido a hacer cualquier cosa por su hija, Deontay buscó el camino del boxeo. Como aficionado, integró el equipo olímpico americano ganando el bronce en Beijing 2008 mientras agentes de la NBA se interesaban en él por su estatura y desde el 2015 capturó la corona del CMB logrando el sábado anterior su séptima defensa exitosa.

Mientras que el británico Joshua es toda una vedette en el Reino Unido. Medallista de oro en Londres 2012 venció con lujo a Klitschko haciendo un vaticinio en un video que guardó en una USB que cosió a la bata blanca con la que subió al ensogado y la cual subastó para la educación de los niños de su país.