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Está tranquilo, sin asombros, sin aspavientos. A Sugar Baby Rojas no se le entrecorta la voz, no se le asoma ninguna lágrima. No se eriza. El exboxeador currambero, campeón universal supermosca del Consejo Mundial de Boxeo en 1987, está feliz y orgulloso porque gracias a su gloria pugilística le dará nombre al Palacio de Combates, pero no se le nota. El carnaval va por dentro, con modestia.

'Lo tomo con calma y humildad, agradeciéndole a Dios y pidiéndole que me dé sabiduría', dice Sugar Baby, cuyo nombre fue tomado por su padre de un par de pegadores que admiraba, Sugar Ray Robinson y Davey Moore. 'Con este último hubo una confusión porque mi padre escuchaba sus peleas por radio y él entendía que le decían Beibi, no Davey (risas)'.

Ya no es aquel muchacho atlético, de 115 libras de peso, que el 8 de agosto de 1987, en el Tamiami Fairgrounds Auditorium, de Miami, se convirtió en monarca ecuménico tras derrotar al argentino Santos Laciar. Rojas, radicado desde 1982 en esa ciudad de Estados Unidos donde alcanzó su cetro, ahora es un señor de 57 calendarios, con algo de barriga, asomo de arrugas y un par de entradas que surcan su cráneo, pero se ve fresco, sano, firme, bien.  

'Ahora que tengo 57 años veo la vida más hermosa que cuando tenía 27 y gané el título mundial', apunta el exdeportista que por estos días se encuentra de vuelta en su tierra natal.

'Vengo por acá cada dos o tres meses. Barranquilla es mi esposa y Miami mi amante, no puedo olvidar a Barranquilla, tengo que cargar energías acá cuando me canso en Miami', dice jocosamente.

En esta visita a su terruño, no pudo evitar las ganas de conocer el escenario que llevará su nombre. EL HERALDO lo citó ayer, a las 2:30 p.m., en el nuevo espacio deportivo que se levanta en donde quedaba el coliseo cubierto Humberto Perea (calle 58 con carrera 54) con miras a los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla-2018 (19 de julio - 3 de agosto).  

Ahí, a su Palacio, el excampeón llegó puntual, con una caricatura de él estampada en su camiseta negra y una gorrita de los Medias Rojas de Boston. 'La B no es de Boston, es de Barranquilla, Baby y Bosque, El Bosque, mi barrio', dirá después muerto de risa.

Entró como ‘Pedro por su casa’, sonriente, expectante y emocionado, mucho más después de encontrarse con el alcalde Alejandro Char, el gestor de este gran homenaje que recibe Sugar Baby.

'Adelante, Baby, esto es tuyo', le dijo el mandatario después del respectivo saludo y abrazo.