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El Giro de Italia hará historia mañana con un primer arranque fuera de Europa, con una breve contrarreloj individual en Jerusalén, para subir el telón de una 101ª edición donde todas las miradas empiezan dirigidas a Chris Froome.

Una contrarreloj en la parte oeste de Jerusalén y dos etapas en línea que atravesarán Israel de norte a sur supondrán el inicio del Giro, antes de que ponga rumbo a Sicilia.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, celebró el impacto que puede tener para su país, pese al contexto de tensión política. 'Es un poco tenso en lo referente a la seguridad', reconoce el vigente campeón, Tom Dumoulin, que puntualiza sin embargo que 'no hay más miedo que cuando llego a los Campos Elíseos en el Tour de Francia'.

El británico Chris Froome, que en 2017 ganó su cuarto Tour de Francia y su primera Vuelta a España, afronta el reto de ganar las tres grandes rondas por etapas de manera consecutiva. Con ese sueño acude al Giro, una carrera que ya disputó en los inicios de su carrera. En su última presencia allí, en 2010, era un corredor desconocido y fue excluido por haberse agarrado a un vehículo.

Ocho años más tarde, todas las miradas se dirigen hacia él. Primero, por su papel de jefe de filas del equipo más fuerte del pelotón (Sky), pero sobre todo por su control antidopaje en la última Vuelta, en septiembre, 'anormal' según el término jurídico en vigor debido a la tasa de salbutamol detectada.

A la espera de la decisión de la instancia antidopaje, que se espera para junio, Froome puede seguir corriendo. 'La situación alrededor de Froome es difícil e inoportuna', resumió Dumoulin.