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Muchos años antes de que Andrés Pila se subiera al primer lugar del podio del tiro con arco recurvo por equipos de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla-2018, él y su familia vivieron momentos amargos, horribles, terroríficos y dramáticos en medio del conflicto armado que vivía el país entre guerrilleros y paramilitares.  

Andrés (que recibe su apellido por su abuela materna, María Pila, que fue quien lo registró en Notaría), sus cuatro hermanos y su madre, Irma Montalvo Pila, tuvieron que dejar su tierrita en una vereda de Córdoba después del asesinato del jefe de la familia, Teódulo Lemus, por negarse a ceder su finca para que los ‘paras’ sembraran coca. La honestidad y firmeza de su padre le costó la vida y los puso a ellos a andar como nómadas, de un lado a otro, desplazados por la violencia y luchando por sobrevivir con negocios informales como la venta de plátano en las calles.

Bienvenida López, una tía de Andrés que impulsó la práctica del tiro con arco en Cartagena tras los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2006 en esa ciudad, fue la que lo sumergió en el mundo de las flechas.

Nunca soñó con este deporte cuando apenas era un niño que ayudaba a su padre en los quehaceres del campo, que contribuyeron a forjar unas condiciones físicas que explota en las competencias. 'Yo creo que arrancar yuca, cargar plátanos y todo lo que hacía en la finca me dio mucha fuerza', apuntó Pila en diálogo con EL HERALDO tras convertirse en campeón centroamericano.