El delantero peruano Paolo Guerrero, recién fichado por el Internacional de Porto Alegre, no podrá jugar en los próximos ocho meses después de que la justicia suiza revocara el recurso que suspendió su sanción por dopaje, y que le permitió disputar el Mundial de Rusia 2018.
La carrera de la estrella peruana, de 34 años, se convirtió en una montaña rusa desde que el pasado noviembre se supo que había dado positivo a un control por metabolito de cocaína, sustancia inscrita en la lista de productos prohibidos de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Tras un primer recurso, la Fifa le rebajó la sanción inicial de un año a seis meses, lo que le permitía volver a tiempo para disputar Rusia 2018, el primer Mundial al que clasificaba Perú en 36 años.
Pero, después de un breve retorno a las canchas con el Flamengo en mayo, el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) amplió la sanción a 14 meses, asestando un duro golpe a las esperanzas de la hinchada inca.
Guerrero acudió entonces a la justicia ordinaria, interpuso una apelación y un Tribunal Federal suizo levantó provisionalmente el castigo, permitiéndole jugar en Rusia, donde Perú cayó en la fase de grupos.
Ahora, la justicia suiza revocó el efecto suspensivo de la pena, que deberá cumplirse en su totalidad. Como Guerrero ya estuvo apartado seis meses de las canchas, deberá cumplir los otros ocho de castigo.
Varios medios apuntan a que a esta decisión ya no le cabe recurso. Los abogados del jugador no se han manifestado por el momento.
Guerrero se formó en Alianza Lima y con 18 años se mudó a Europa, donde jugó en los clubes alemanes Bayern Múnich y Hamburgo. En 2012 desembarcó en Brasil para vestir la camiseta del Corinthians, donde se convirtió en uno de los ídolos de la hinchada, y en 2015 fue transferido en una sonada operación al Flamengo, del que se despidió hace apenas diez días.