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Entre el fútbol y la fantasía transcurrió la infancia de Luis Fernando Díaz Marulanda, época en la que intentaba imitar las jugadas de Ronaldinho, después de verlo gambetear en algún partido con la selección del Brasil. Cuando terminaba cada partido del espectacular ‘10’ brasileño, el hoy jugador del Junior salía a la puerta de su casa en el barrio Los Cerezos, de Barrancas, municipio del sur de La Guajira, y se dedicaba durante horas a tratar de hacer los mismos movimientos mágicos del exjugador del ‘Scratch’. 'Y le salían', afirman quienes lo conocieron, y también su padre, Luis Manuel Díaz, quien hoy llora cada vez que recuerda esos episodios en los que su hijo soñaba con lo que ya logró, ser convocado a una Selección Colombia de mayores.

'Son lágrimas de emoción, de regocijo y de mucha felicidad, al ver que se le está brindando la oportunidad que no esperábamos tan pronto', manifiesta Luis Manuel en diálogo con EL HERALDO, mientras se seca las lágrimas.

El profe ‘Mane’, como se le conoce al padre del jugador, rememora todo lo vivido. Está seguro de que ha sido fruto de la disciplina que recibió Luis Fernando en su hogar, la cual unida a una gran dosis de amor, lo formaron hasta llegar ser lo que es hoy, un joven sencillo, honesto, dócil y disciplinado.

'Él ha tenido un gran rendimiento y se lo merece, porque se ha dedicado a trabajar por este objetivo hace mucho tiempo', dice el papá, quien fue su entrenador cuando inició la carrera en el fútbol, y hoy sigue formando niños en la Escuela ‘Club Baller’, donde hay unos 130 integrantes de varias categorías, que van desde los 5 a los 15 años de edad.

La convocatoria de Luis Díaz a los partidos amistosos de la Selección Colombia en Estados Unidos, este 7 de septiembre, ante Venezuela, y el 11, con Argentina, no solo ha emocionado a su progenitor, también a su madre, Silenis Marulanda, al resto de su familia y a toda Barrancas.

'La alegría es inmensa, me siento muy orgullosa y ansiosa por verlo jugar en la Selección', manifiesta la progenitora, quien aún recuerda cuando su hijo apenas gateaba y ya andaba con la pelota en los pies.

'Su vida era la bola, el fútbol, no hacía otra cosa, no solo él, sino los hermanos, con quienes jugaba dentro de la casa, porque no los dejábamos salir y yo prefería que me rompieran mis chismes a que estuvieran en la calle', explica, al mismo tiempo que mira las fotos en las que está Luis cuando tenía cinco años y llevaba puesto un uniforme más grande que él.

'Era la mascota de un equipo que dirigía su papá, pero él se metía a jugar y desde entonces se le veía que iba a tener talento para el fútbol', anotó.

Ella lo describe como un joven 'tímido, muy juicioso, familiar y sobre todo respetuoso'.