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Sus antiguos caminos casi lo conducen hacia un destino fatal. Orlando José Barrios Iguarán se encontraba en su casa con uno de sus compinches de viejas andanzas, cuando unos jóvenes, pertenecientes a un bando contrario, irrumpieron en el lugar con el objetivo de segar la vida del otro muchacho. En medio de la confusión y afán irracional de los invasores, también había la intención de apagar la existencia de Orlando. Los pandilleros le apuntaron con su arma y pretendían accionarla hasta que su madre se interpuso, clamó piedad y entre lágrimas explicó que nada tenía que ver en ese asunto. 

'Casi me matan, mi mamá se metió en medio y me salvó la vida. Ese fue el día que estuve más cerca de la muerte', recuerda el joven sin drama, sin aspaviento.

Orlando José, criado en el barrio Carrizal, le cuenta a EL HERALDO su historia agitado y bañado en sudor. Son las 9:30 a.m. del miércoles 26 de septiembre de 2018. Acaba de hacer un exigente ejercicio físico a pleno sol en la cancha de fútbol del barrio La Magdalena. Ahí, mientras sus compañeros prosiguen los ejercicios en el centro del campo de arena, a un lado de uno de los arcos, bajo la sombra de un árbol frondoso, el chico se sienta para refrescarse y para narrar uno de los episodios más aterradores en sus 18 años de vida.

Gracias a la valentía y al incondicional amor de madre, Orlando José no está en una tumba como siete de los quince compañeros con los que solía aventurarse en las calles.

Afortunadamente puede echar el cuento, y quiere darle un final feliz a través del fútbol. Este volante extremo, veloz, hábil y de rizos ensortijados al estilo de Juan Guillermo Cuadrado, es uno de los integrantes del Hércules, un equipo con la fuerza para arrebatarles protagonistas a la violencia que se sufre por el conflicto entre grupos de jóvenes en algunas zonas de la ciudad.

'Antes del Hércules andaba en la delincuencia, en las calles, pero me ha servido esto, me salí de eso, me he apartado de esas cosas, ahora estoy bien gracias a Dios', dice Orlando José, quien ya alcanzó a estar recientemente en una preselección Atlántico juvenil.

Hércules es una especie de segunda etapa del programa ‘Vuelve y juega’, que impulsa y apoya el Fondo de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Distrito, cuyo director es Yesid Turbay, que en un momento de su carrera administrativa fue gerente de Junior.  

Extiburones

Precisamente, varios exjugadores rojiblancos que conocía Turbay hacen parte de este proyecto que lleva a los barrios con inconvenientes de conflicto una alternativa para cambiar las armas por balones. ‘Vuelve y juega’ desarrolla torneos en las distintas localidades y promueve la reconciliación entre las partes enfrentadas. Un total de 2.500 muchachos han participado, según datos del Fondo. En la realización de las actividades se hizo evidente el enorme talento futbolístico que brota de esos sectores de la ciudad y se decidió la creación de Hércules, una escuadra de 55 jugadores que compite en la Liga de Fútbol del Atlántico en dos categorías (1999 y 2001), con buenos resultados deportivos en su primera temporada.  

'Esta es una idea linda en la que se busca sacar esos muchachos de los barrios donde hay peleas y conflictos para darles otra oportunidad en la vida. Hay muchísimo talento. Hemos seleccionado un grupo para que compitan con los mejores de la Liga y tengan la posibilidad de sobresalir. Procuramos canalizar positivamente toda esa energía que tienen por su juventud.

Tenemos el apoyo de sicólogos, sociólogos y mediadores en los barrios. Hay un gran equipo detrás de ese programa. Muchos de ellos ya están estudiando en el Sena y en los colegios.

Estamos intentando darles una formación integral, no solo deportiva', explicó Petar Kosanovic, gerente del programa.

El serbio, que ya suma 14 años viviendo en Barranquilla, adonde llegó para encargarse de las divisiones menores de Junior en 2004, rol que dejó de cumplir hace varios calendarios, cuenta con el exarquero Carlos ‘El Enfermero’ Pérez, coordinador del programa; y con el apoyo técnico de otros extiburones como Francisco Alvear y Léiner Rolong.

'No sabes la satisfacción que siento cuando una madre me llama y me dice que su hijo está diferente, que no anda tanto en la calle y que se preocupa por limpiar su uniforme para el entrenamiento. Son cosas que agradan y llenan el corazón', manifiesta Pérez. 

'A veces nos encontramos con situaciones difíciles. Hace unos días conversamos con algunos de los muchachos y fue inevitable que se nos aguaran los ojos con los inconvenientes que algunos tienen con sus padres. Eso nos multiplica el reto, no somos solo sus entrenadores, en nosotros también pueden encontrar un amigo, una persona en la cual confiar', expresa Alvear.

'Son muchachos que vienen de una convivencia difícil, se asemeja mucho a lo que nosotros vivimos en su momento', añade el exzaguero, campeón con Junior en 2004.