Dribbling, gambetas, pases en corto y en profundidad, cambio de dirección, velocidad, picardía, personalidad. Con tan solo 13 años, Rafael De Moya tiene las cualidades de un jugador profesional. Sus 1,35 metros de estatura no le impiden destacarse entre los más grandes, por el contrario, los aprovecha para llamar inicialmente la atención. Luego, todo se centra en su fútbol, ese que cautivó al exjugador de la Selección Colombia Luis Carlos Perea, quien estuvo los dos últimos días —jueves y viernes— haciendo unas veedurías en el Polideportivo de la Universidad Autónoma.
Oriundo del municipio de Galapa, siempre soñó con una oportunidad. Nunca ha estado en una escuela de fútbol —su familia es de bajos recursos— y lo que sabe con la pelota lo ha aprendido en el barrio. Ahí forja sus sueños, entre los estudios y el balón.
Cursa séptimo de bachillerato en el colegio Francisco de Paula de Galapa, aunque por su estatura no lo parezca. Y sueña en grande: 'quiero ser como Lionel Messi', dice sin sonrojarse.
'Por ser pequeño y por la forma como juego la gente dice que me parezco a Messi. Ya quisiera yo llegar algún día a donde él ha llegado. Es el mejor de todos', manifiesta con timidez, esa que automáticamente se esfuma cuando entra a la cancha y toca el balón. Ahí es otro. Un jugador irreverente, que marca diferencia de inmediato.
'Yo le puse ‘Pachequito’ porque el niño tiene 13 años y está bastante chiquito, pero lo que tiene de chiquito lo tiene de talentoso. Realmente en esta primera convocatoria ha sido la sensación de todos los que hemos podido ver', dice el exdefensor antioqueño Luis Carlos Perea, quien quedó impactado con el talento del niño.
En Colombia admira a James Rodríguez y otro de sus anhelos es ponerse la rojiblanca del Junior. 'Ese es el primer paso que quiero dar, solo necesito la oportunidad', dice. 'De ahí lo que se venga, pero mi gran sueño es llegar a la Selección Colombia y al Barcelona, donde juega mi ídolo Messi', repite una y otra vez con la inocencia de un niño.
Juega de ‘10’, pero se desenvuelve bien en cualquier posición del medio hacia adelante. Desde hace rato venía esperando una oportunidad, hasta que llegó, gracias a la intervención de su hermano, que vio por Facebook la convocatoria hecha por Perea. No dudó en inscribir a su pequeño compañero de vida y allá terminó siendo la sensación, incluso por encima de jugadores de mayor edad.
'Primero que todo llama la atención por su estatura; segundo, porque siendo tan pequeño no le da miedo buscar la pelota, ir al choque; tercero, tiene una capacidad individual increíble. Cuarto, su capacidad mental, su rapidez mental, es bárbara, el pelao va con la pelota y nadie sabe lo que está pensando, de pronto hace un amague, pisa, frena, cambia de dirección… es un monstruo el pelaito, nos tiene encantados', dijo Perea.
'Ojalá podamos seguir descubriendo talentos como este chico, porque eso es lo que estamos buscando, muchachos inéditos que realmente nadie haya visto, chicos que ni siquiera juegan en clubes o escuelas, sino que juegan en su barrio', agregó.
Rafael de Moya es la muestra de las ‘joyas’ escondidas que existe en nuestra región. La falta de recursos le ha impedido pulir su talento en una escuela de fútbol o probarse en algún club. Solo necesita un empujoncito, ese que estaba esperando desde hace tiempo y por fin llegó.
'Espero aprovechar esta linda oportunidad. Son pocas las que llegan, así que debo darlo todo', dice en medio de risas en la que espera sea la primera de muchas entrevistas.