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Pocos lo llaman por su nombre. Con su picardía se pasea de cancha en cancha. Se divierte con el balón y no le teme a la lluvia de patadas que sobre él caen cada vez que agarra la pelota. Andrés Jiménez Díaz es un joven del barrio El Hipódromo de Soledad al que todos llaman ‘Robinho’ por el parecido físico y estilo para jugar similar al del jugador brasileño.

Los domingos son sagrados para este chico de 21 años. Se levanta temprano y el primer partido lo está jugando entre 9 y 10 de la mañana. 'Ya tengo seis años jugando en canchas de arena. Me dan miles de patadas, por las ‘marimondas’ que hago. Llevo el fútbol en la sangre, esto es de familia. El fútbol es el amor de mi vida. Los domingos me la paso ocupando jugando todo el día. Juego entre tres y cuatro partidos.

Todos los que me ven me dicen Robinho por la forma en la que gambeteo. La mayoría de las jugadas que hago son de Robinho. Cuando me dicen Robinho me siento un grande', cuenta Jiménez Díaz, desde la cancha del barrio El Tucán.

Con la misma personalidad que tiene para jugar, asegura que no llegó al fútbol profesional por su indisciplina. También tiene claro que es muy difícil conseguir una oportunidad con un equipo profesional, pero mantiene viva esa ilusión.

'Estuve en Uniautónoma FC, pero fui muy indisciplinado, no me gustaba entrenar. Muy poco iba a los entrenamientos, también estuve en la Selección Atlántico. Sigo jugando por los diferentes barrios, pero también estoy esperando una llamada para ver si se vuelven a dar las cosas. Dios quiera y eso pase', agregó.

Es hábil con la pelota, con sus jugadas vistosas se gana los aplausos, pero también la pierna fuerte dentro de la cancha. Asegura que mientras más patadas le dan más sigue encarando y mostrando sus jugadas.

'La mayoría de veces me echo a reír cuando me dan todas esas patadas. Solo una vez fue que me molesté porque me lesionaron con una patada que me dieron. Una vez me pegaron un tijeretazo por detrás y terminé con los meniscos inflamados. Eso sí lo reclamé y me molestó porque fue una patada indebida', sostiene.

‘Robinho’ es la alegría del equipo La Gran Familia que participa en el torneo que se disputa en el barrio El Tucán de Soledad. El pasado domingo su equipo perdía 1-0, tomó las riendas del equipo y en dos minutos marcó tres goles, con los que su equipó liquidó el partido. Después de marcar los tres goles pidió cambió y luego una moto llegó a recogerlo para llevarlo a otra cancha.

'Siempre es así. Juego en varias canchas. Ya aquí ayudé al equipo ahora me voy a jugar a otro lado. Este talento lo tengo desde niño, mi papá me lo descubrió', dice antes de subirse a la moto e irse a seguir divirtiéndose con el balón.