Compartir:

Desde que la cancha principal de La Playa pasó de ser de arena a césped sintético, aparecieron los hombres de negro con silbatos, tarjetas y banderines. Ser árbitro en este Corregimiento se convirtió en sinónimo de orgullo.

Jhonattan Marriaga, colegiado de la Primera C y escalafonado en la Corporación de Árbitros de Futbol del Atlántico, ha sido el responsable para que esta profesión se haya masificado. 'Este proyecto tiene unos 20 años y lo inició Edgardo Villaba, exárbitro profesional, pero todos esos jueces han salido y ahora tenemos una nueva camada que tiene dos años retomando el proyecto', expresa Marriaga quien sueña con pitar el clásico argentino entre Boca Juniors y River Plate en La Bombonera.

Todos los martes, de 7 a 8:30 p.m., estos réferis se reúnen para seguir enriqueciendo su formación. El trabajo físico y la puesta en escena de la teoría, como el uso del banderín y las tarjetas, son los pilares del entrenamiento.

'Estas personas tienen la oportunidad de arbitrar el torneo local, pero poco a poco están buscando dónde seguir su carrera. Es complicado, porque ser árbitro lleva un proceso. Yo estoy en la C, es decir el primer escalón, pero vamos paso a paso y todo lo que me enseñan a mi, se los comparto a ellos', concluye Marriaga, quien además es ingeniero de sistemas y docente en el Incatec.

Yesfry Palacio De la Hoz, uno de los alumnos de Jhonathan, ha encontrado en el arbitraje otro sustento para él y su familia. 'A mis 15 años mi padre tenía un equipo de fútbol y ahí pude comenzar a ser árbitro. Hemos ido rescatando muchachos y tomamos esto como un hobby y también como un trabajo', finaliza el joven de 31 años.