La mayor protesta en República Checa desde la caída del comunismo hace 30 años congregó el domingo en Praga unas 250.000 personas --según los organizadores-- para pedir la renuncia del primer ministro Andrej Babis, sospechoso de fraude.
'Juzgando las fotos aéreas, parece que somos unos 250.000' anunció al inicio de la manifestación Mikulas Minar, responsable de la oenegé Un Millón de Momentos para la Democracia, que organizó la enorme movilización.
Los participantes confluyeron simbólicamente hacia la explanada de Letna, lugar memorable de gigantescas protestas contra el antiguo régimen totalitario en 1989, en la que el dramaturgo y disidente Vaclav Havel, futuro presidente, se dirigía a la muchedumbre.
'No estamos haciendo una revolución, pero queremos retomar los legados y los valores de 1989', declaró el vicepresidente de la ONG, Benjamin Roll.
El primer ministro Babis, de 64 años, segunda fortuna del país y fundador del gigante agroalimentario Agrofert, fue investigado el año pasado en un caso de presunto desvío de dos millones de euros de fondos europeos.
Los detractores de Babis lo critican también por su afiliación al Partido Comunista antes de 1989 y su presunta colaboración con la policía secreta del viejo régimen.
En la movilización del domingo, entre banderas checas y europeas, se podía leer en las pancartas: '¡Babis, dimite!', '¡Tengo vergüenza de mi primer ministro!', '¡Ya tenemos bastante!'.
'Estamos hartos de la forma en que Babis dirige el país, no queremos que se guarde el dinero y engañe a la gente que confía en él', dijo a la AFP Mila Stiburkova, de 39 años.
Babis 'abusa de todos los sistemas de subsidios, incentivos y exenciones fiscales', dijo por su lado Martin Peroutka, un hombre de negocios oriundo de Usti nad Labem, en el noreste del país.
También se enfrentaría a un conflicto de intereses entre sus actividades políticas y empresariales, de acuerdo con borradores de auditoría de la Comisión Europea, cuyos extractos fueron filtrados a la prensa checa.
Según esas publicaciones Babis seguiría beneficiándose de la empresa Agrofert --a pesar de que se desvinculó formalmente en 2017-- a través de fondos fiduciarios controlados por su esposa.
Pero el primer ministro niega con vehemencia el conflicto de intereses, y ha calificado las auditorías como 'un ataque' a su país.
Los opositores al primer ministro le restregan además que perteneció al Partido Comunista antes de 1989 y hubo versiones sobre una supuesta colaboración de Babis con la policía secreta del antiguo régimen.
La gestión de Babis es rechazada en especial en las ciudades más importantes del país, mientras que su discurso populista encuentra eco favorable en las regiones rurales y fronterizas, las más afectadas por la situación económica.
Ganador de las legislativas de 2017, su movimiento ANO tiene 78 de los 200 escaños en la cámara baja del Parlamento y gobierna con una alianza en la que participa el partido socialdemócrata CSSD, con el apoyo comunista.
Con esta manifestación masiva culminó una serie de protestas contra el primer ministro, organizadas en la capital y en otras localidades del país desde finales de abril.