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Aquella mañana del 8 de diciembre de 2017, mientras las velitas se derretían en las terrazas de las casas de Campo de la Cruz, a Luis Carlos Puello Manrique se le iluminó el sendero de la vida. Una jaula con tubos de hierro y cubierta de mallas se convirtió en su luz de esperanza, esa con la que llegó desde Caracas, Venezuela.

Luis Carlos no le prestó atención a los otros niños que se divertían haciendo ‘experimentos’ con las velas, su mirada se enfocó en ese rectángulo que estaba en la calle principal del municipio atlanticense. Pero su emoción fue mayor cuando vio que en la jaula había pelotas de béisbol, guantes y bates, por eso, sin pensarlo dos veces, se aproximó y preguntó sin titubeos.

'Me acerqué y la señora Erika me atendió muy amablemente. Yo le dije que si podía entrar a la jaula, que quería jugar. Recuerdo que eso fue un 8 de diciembre. Yo solo tenía como cuatro meses de haber llegado de Venezuela. Me emocioné e impresioné mucho al ver la jaula en la carretera', cuenta visiblemente emocionado el pequeño de 13 años.

Así comenzó el idilio con el béisbol en Campo de la Cruz para Luis Carlos, quien venía con la sangre peloteril desde su país. 'A mí siempre me gustó el béisbol, allá en Venezuela jugaba y tenerlo acá en este pueblo ha sido muy gratificante', afirma mientras se acomoda la gorra negra de los Medias Blancas de Chicago, esa que le regaló Luis Armando Sierra Crissón, instructor de béisbol de la novena de Grandes Ligas y quien fue la inspiración para darle vida al proyecto PDF (Prospectos del Futuro) de béisbol en Campo.