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A los tres los une el apellido, pero por sus venas también corre sangre de judo. Su padre, Francisco Ruiz, un apasionado por el deporte japonés, les mostró el camino y uno a uno fueron llegando al tatami. Juan Pablo, Juan Sebastián y Juan Lucas Ruiz Guerrero son unidos como hermanos y también entrenan juntos para convertirse en unos grandes judocas.

Juan Pablo, de 17 años, abrió el camino. Fue el primero en inclinarse por este arte marcial. Al principio no le gustaba, pero luego le encontró el cariño y actualmente es el judoca más sobresaliente del departamento del Atlántico. Este joven estudiante de Educación Física está clasificado a los Juegos Nacionales y su objetivo es regalarle una medalla dorada al departamento.

Juan Sebastián, de 10 años, es un analítico, estudia cada movimiento y no da un golpe sin antes estar seguro. Juan Lucas, de tan solo 6 años, es el más inquieto de los tres.

Luquitas, como le dicen de cariño, no le teme a los golpes y no para de hablar. Lo hace con propiedad y confianza. No duda de que será un gran judoca y su nombre se escuchará en todo el mundo.

Los Juanes del judo tienen claro su objetivo. Se aferran a seguir trabajando fuertes y unidos para conseguir eso que tanto anhelan: ser campeones mundiales y olímpicos.

Hace poco los tres brillaron en sus categorías en el campeonato regional que se disputó en el Coliseo Sugar Baby Rojas y se colgaron medallas de oro. Tienen hambre de gloria por eso no dudan de que el apellido Ruiz Guerrero retumbará en todo el mundo gracias a sus triunfos como judocas.

'El primer sueño es que los Ruiz Guerrero lleguen a ser campeones olímpicos y mundiales. Sé que con la ayuda de Dios lo vamos a lograr. Me da mucha alegría que ellos sigan mis pasos. Desde pequeño me enamoré del judo como ellos ahora están enamorados y tienen sueños de ser campeones olímpicos y mundiales, es una alegría porque están encaminados al mismo deporte que me encaminó mi padre', dice Juan Pablo, que compite en la categoría -73 kilogramos.

Juan Lucas se divierte en el tatami. En su mente solo existe el judo. Las técnicas que sabe se las aplica hasta al perro, a quien bautizaron Juancho, en honor a sus nombres. Muestra su valentía en todo momento y nunca se rinde así su oponente sea más grande que él.

'El judo es un deporte sano, que no tiene nada malo, yo soy un niño fuerte y aguanto los dolores de cabeza cuando me tiran. Yo le gano a todos, hasta a mis hermanos y al mayor. Mi sueño es viajar por todo el mundo, por Japón, Puerto Rico, Brasil, y competir con los más grandes judocas. En la casa cojo al perro y lo tiro al suelo, tenemos una láminas de zinc y también me pongo a practicar con ellas', cuenta el pequeño de 6 años.