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Hace casi un año hablé por última vez con don Efraín Sánchez. Era la tarde del 27 de febrero de 2019 cuando una de las dos hijas con las que vivía ‘el Caimán’ en Bogotá, la ciudad en la cual se residenció hace muchos años, me lo pasó al teléfono. Después de superar una tos y disculparse, me preguntó fuerte y claro, con energía: '¡Aló! ¡¿Quién habla?!'. 

No se evidenciaba, por lo menos en la vehemencia de su voz y en su impresionante lucidez, sus 93 años, edad a la que llegaba aquel día. Ese fue el motivo de la llamada de EL HERALDO, averiguar y dar a conocer el secreto de la vitalidad del legendario arquero y entrenador de la selección Colombia que falleció ayer en la capital, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio a un mes y 10 días de completar su calendario 94 de existencia.

Cuentan familiares y allegados, en lo poco que pudieron expresar en medio de su lógico dolor, que ‘el Caimán’ venía 'enfermito' con los achaques propios de una edad avanzada, pero que en términos generales se mantenía bien, con razonamiento claro.

La semana pasada sufrió una caída y lo llevaron a la clínica para practicarle unos exámenes médicos en los cuales no hallaron nada anormal. Durante la mañana de ayer lo notaron 'bastante extraño' y buscaron asistencia médica inmediata. Cuando la ambulancia llegó, ‘el Caimán’ ya se había ido de este mundo.

Murió en su casa, donde compartía con su esposa Xiomara Hernández (de 90 años) y dos de sus seis hijos.

Sus exequias se cumplirán el domingo (en horario por definir), en el cementerio Jardines del Recuerdo, en la autopista norte de Bogotá.  

Huella gigante

 Sánchez es uno de los inmortales del fútbol colombiano. Este barranquillero, que comenzó a destacarse en varios clubes aficionados del Atlántico, se convirtió en el primer futbolista colombiano contratado en el balompié argentino y el segundo en jugar en el exterior después de Roberto ‘Flaco’ Meléndez (nombre con el que se bautizó el estadio Metropolitano), que fue fichado por la escuadra Centro Gallego, de Cuba.   

En el histórico y respetado balompié gaucho, donde era casi imposible que contrataran un colombiano en ese tiempo, Efraín Sánchez debutó profesionalmente y recibió su eterno apodo a través de un periodista que lo abordó a su llegada a Buenos Aires y le preguntó dónde había nacido.   

'Nací el 27 de febrero de 1926 en Barranquilla', fue la respuesta de Sánchez. El reportero se acordó de la popular canción de José María Peñaranda (Se va ‘el Caimán’) para titular de la siguiente manera: 'El Caimán nos lo envían desde Barranquilla, se trata de Efraín Sánchez'.

En el equipo azulgrana de 1948 y 1949, cuando Jorge Mario Bergoglio, el actual Papa, era un adolescente y un fanático más del club de Almagro, Efraín Sánchez atajó en 20 partidos como titular. 

'El Papa me vio jugar en Buenos Aires', aseguró en una entrevista concedida a Estewil Quesada en 2013.  

Luego de frenar su aventura en territorio argentino en agosto de 1949 por una huelga de futbolistas, Sánchez retornó a Colombia y jugó con América, Cali, Junior, Santa Fe y Medellín. Después cruzó las fronteras nuevamente, esta vez para llegar al Atlas de México. Posteriormente volvió a jugar en ‘el Poderoso’ y finalmente en Millonarios.

En el rojo de Antioquia consiguió dos títulos colombianos en 1955 y 1957, mientras que en el azul capitalino logró uno en 1964.

Los que lo vieron jugar aseguran que era un arquerazo. Un guardián sobrio y serio que brindaba mucha seguridad en todo sentido. Además ostentaba un liderazgo a toda prueba. Por eso hizo parte de muchas selecciones Colombia, incluida la primera que clasificó a un Mundial de fútbol. ‘El Caimán’ fue el capitán del equipo que logró el épico empate 4-4 ante la poderosa Unión Soviética en Arica, en la cita ecuménica Chile-1962. 

'Sin duda es el más grande arquero en la historia del fútbol colombiano', dice sin titubear el periodista Raúl Correa De Andreis.

Relata ‘el Mono’ Correa que en las muchas charlas que sostuvo con ‘el Caimán’ durante sus ciclos en Junior, siempre le confesó que era devoto de la Virgen del Perpetuo Socorro y que su ídolo era el español Ricardo ‘el Divino’ Zamora. 

'Me dijo que en un tiempo le pidió a la virgen ser un cantante de tangos estilo Carlos Gardel y ser un cancerbero tan importante como ‘el Divino’ Zamora', recordó Correa.  

También un DT exitoso

 Su carrera como entrenador se inició cuando aún era jugador. Cumplió con los dos roles en Medellín y en Millonarios, con el cual terminó dando una vuelta olímpica en esa doble función.

Así pasó a la historia como el primer entrenador caribeño en alcanzar el máximo galardón en el campeonato colombiano.

Como orientador de selecciones Colombia rozó la gloria en dos finales. La primera en el Torneo Sudamericano Sub-20 Juventud de América en 1964 y luego en la Copa América 1975, la primera de la historia del país en ese torneo. En ambas fue subcampeón.

Sus dirigidos lo recuerdan con una frase que les repetía una y otra vez cada vez que se los encontraba: 'Solo campeones veo'.

Su formalidad en el arco se vio reflejada en su vida personal. Siempre correcto, respetuoso y disciplinado.  

'Solo tuve una borrachera en mi vida. Tuve una adicción al Marlboro. Eso me perjudicó muchísimo. Yo aconsejo a todos los jóvenes que no utilicen ninguna clase de cigarrillo, que se conviertan en jugadores sanos y saludables, eso les va a prolongar la vida', apuntó en aquella entrevista con EL HERALDO de hace casi un año.

'He tenido una vida muy ordenada. Mi alimentación siempre ha sido muy sana en todos los aspectos. Los desayunos siempre son con huevos, café con leche y pan', agregó sobre su secreto de vitalidad.

'Te agradezco por esta llamada y por la conversación', fue su despedida el 27 de febrero de 2019.

Aunque la mayor parte de su vida estuvo relacionada a esa canción que repetía y repetía 'se va ‘el Caimán’, se va ‘el Caimán’', realmente se fue 94 años después… 

Momentos de su carrera

Comenzó su carrera en el fútbol aficionado del Atlántico en los años 40, en el Club Caldas y La Fortuna. Debutó ante Junior.

En 1947 fue llamado a la Selección Colombia dirigida por el italiano Lino Taioli para participar en un Torneo Sudamericano en Guayaquil.

Después de su participación con el combinado patrio, en 1948, fue contratado por el San Lorenzo de Almagro en el fútbol profesional argentino.

Se convirtió en el segundo futbolista colombiano en llegar a un equipo del exterior (el primero fue Roberto ‘el Flaco’ Meléndez que jugó en el Centro Gallego de Cuba).

 En 1949 regresó a Colombia para jugar en el América de Cali, su primera experiencia profesional en el país. Luego pasó por el Deportivo Cali.  

Fue guardameta de Junior entre 1951 y 1952. Después anduvo por Santa Fe y Medellín, con el cual salió campeón dos veces.

En 1958 volvió a actuar en el exterior, en el Atlas de México.

Fue el arquero de Colombia en el Mundial Chile-1962, el primero en el que actuó un representativo nacional. Atajó en el legendario 4-4 ante la Unión Soviética.

Retornó al país para custodiar de nuevo el arco de Medellín, donde comenzó a dirigir. En Millonarios también fue guardameta y técnico al mismo tiempo en 1964, año en que se retiró como futbolista activo.

Resultó subcampeón como timonel de la selección Colombia sub-20 en el Torneo Sudamericano de 1964.

‘El Caimán’ condujo a Junior durante tres ciclos, 1966-1967, 1971 y 1986-1987.

Asumió las riendas de la Selección Colombia de mayores en 1974 y en 1975 la llevó a su primera final en la Copa América.