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El 7 de abril de 1990, bajo la sombra y frescura que ofrece un ‘palo de mango’, Carlos Javier Bolívar Meneses decidió materializar una idea que venía rondando en su cabeza desde hace varios años: crear una escuela de fútbol. Ese día —según cuenta— en todos los rincones de Barranquilla se vivía un amor y orgullo por la ciudad que no ha vuelto a sentir. Tenía el pecho inflado y eso lo motivó a que su nuevo proyecto guardara en su nombre una estrecha relación con la capital del Atlántico.

Bolívar, que estaba acompañado por Carlos Ricardo Díaz-Granados y Jaime Angulo, sus fieles amigos, ordenó sus ideas y fijó su mente en aquel numeroso grupo de niños que habían quedado desvinculados de Junior, una institución por la que el orientador barranquillero salió con un trago amargo, luego de una penosa actuación con la categoría infantil del equipo en un Mundialito que se realizó en Caracas, en 1988.

En el torneo en mención, Bolívar, que era el DT de Junior, fue apabullado por el Real Madrid de España, Boca Juniors de Argentina y el Porto de Portugal. Para colmo de males, fue blanco de la lluvia de críticas que escupía Édgar Perea en su programa radial del medio día.

'¿Qué pata parió a ese huevo? ¿De dónde salió ese tipo? ¿A quién le ha ganado? Ese tipo es un perdedor', atacaría Perea, sin piedad, en su espacio radial. Bolívar, por su parte, que había recibido la grabación del programa en un cassete blanco, guardó la compostura y, aunque su ego había sido golpeado, sabía que tendría una segunda oportunidad.

Las aguas se calmaron y Bolívar le dio luz verde a la Escuela Barranquillera de Fútbol, una cantera de valiosos futbolistas a nivel nacional e internacional, que antes de tener los reconocimientos y el respeto que guarda hoy en día, tuvo un inicio muy difícil a nivel logístico.

La cancha de Indunal, en el barrio Hipódromo de Soledad (Atlántico), un terreno que de cancha solo tenía dos arcos, porque todo lo demás eran piedras y vidrios rotos, fue el escenario donde el primer grupo de la Escuela Barranquillera se dio cita. A pesar de las malas condiciones, los pequeños futbolistas de la categoría infantil y preinfantil, guiados por el equipo de trabajo de Bolívar, empezaron a dar resultados: compitieron en el torneo de la Liga y salieron campeones.

El talento de los infantes de la Barranquillera fue maximizado con la atención de un cuerpo técnico, al que se sumaría Carlos Padilla y Juan Carlos de la Hoz, que, además de velar por lo deportivo, tenían una meta mucho mayor: la parte humana.

'La diferencia de la escuela Barranquillera es que formamos deportistas, pero nos preocupamos mucho por los futbolistas, por saber cómo están, qué comen, cómo duermen, por su salud oral. Velamos porque les vaya bien en el colegio. Que un jugador llegue a ser profesional es muy difícil. De mil va uno, pero nuestra satisfacción es que ahora vemos futbolistas que estuvieron con nosotros y son doctores o ingenieros', dice bolívar en diálogo con EL HERALDO.

DUROS GOLPES. A pesar de que la Escuela Barranquillera rápidamente empezó a crecer y a ser la base de las diferentes categorías de las selecciones Atlántico, durante estos años ha tenido algunos momentos para lamentar, como toda escuela de formación, al no poder guiar por un buen camino a jugadores con excelsas condiciones.

'Uno siempre los intenta guiar por un buen camino, pero a veces es muy difícil. Hubo una pareja de hermanos que estaba con nosotros y los terminaron matando por andar en malos pasos. Esas son las cosas que uno lamenta porque lo que más queremos es que nuestros futbolistas puedan ser exitosos en los asuntos de la vida, aunque no tengan relación con el fútbol', manifestó Bolívar, un estudioso del deporte.

TALENTO DE EXPORTACIÓN. Un total de 26 jugadores profesionales ha formado la Escuela Barranquillera, entre los cuales destacan el artillero Luis Fernando Muriel (Atalanta), William Tesillo (León), Alexis Pérez (Querétaro FC), José David Enamorado (Deportivo Cali), Almir Soto (Nueva Chicago), Wálmer Pacheco (Equidad) Víctor Miranda —el primer jugador en llegar a una Selección Colombia— y Harold Urquijo, este último el primer jugador de Escuela en llegar al fútbol internacional, al fichar por el Crystal Palace de Inglaterra. Además, hay otros como el exdefensor Evert Salas, campeón con Junior en 2004, que dejaron en alto el nombre de una de las canteras más importantes de la ciudad y que este 7 de abril cumple 30 años.

'Yo no pensaba que Alexis Pérez o William Tesillo llegarían a ser profesionales, pero ser esforzaron más que todos en los entrenamientos. Son grandes personas y dieron la sorpresa. Hoy son un ejemplo para todos', manifestó Bolívar.

'Muriel siempre tuvo un talento natural. Un día lo vi, le abrí la boca y tenía todos los dientes con caries. Le sacaron cuatro muelas y al ratico ya le estaba saliendo cachetes. Cuando fue al Cali mostró todo lo que tenía para dar', agregó.

En la actualidad, la Escuela Barranquillera cuenta con una sociedad con el Levante de España, club del viejo continente que ha recibido a varios jugadores destacados de la cantera atlanticense para conocer sus capacidades. Por otro lado, el Barranquilla FC también tiene un vínculo con los pupilos de Carlos Bolívar.

Tras 30 años, la Escuela Barranquillera, que comenzó con 40 futbolistas, cuenta en la actualidad con más de dos mil integrantes, más de 25 categorías, varias sedes de trabajo y un cuerpo de trabajo integrado por 23 profesionales de la educación física.

'Mi máximo sueño es tener un polideportivo con cuatro o cinco canchas para tener a todas las categorías juntas. Que tengan su gimnasio y un espacio para la formación educativa. Sueño con lograr eso algún día', concluyó Bolívar.