Cerró sus ojos al mundo una de las leyendas brasileñas de Junior. Benedito Custodio Ferreira, mejor conocido como Escurinho, puntero izquierdo habilidoso que desplegó su fantasía con la casaca rojiblanca entre 1966 y 1967, murió el sábado a los 90 años de edad tras sufrir múltiples falencias en sus órganos.
Escurinho, apodado ‘el Conejo’ en Colombia y ‘la Flecha negra’, en Brasil, sufría de alzheimer. Su partida de este mundo tuvo mucha repercusión en Brasil, donde brilló en el Fluminense.
En el club de Río de Janeiro disputó 490 partidos entre 1954 y 1964, con lo cual se convirtió en el quinto jugador con más partidos en la historia de ese cuadro carioca.
A los Tiburones llegó en 1966, año de la reaparición del club caribeño en el profesionalismo, como parte de un inolvidable grupo de brasileños que llenaban el estadio Romelio Martínez y brindaban un enorme espectáculo futbolero, más allá de los resultados.
Fueron épocas en que la cumbia y la samba se mezclaron y mostraron a Junior como una orquesta afinada que ofrecía recitales de ‘jogo bonito’.
El extremo, que jugó 10 partidos en la selección de Brasil, arribó a Barranquilla en compañía de Othon Valentin, Roberto Do Amaral y Roberto Botejara, solicitados por otro brasileño, el técnico Marinho Rodrigues Oliveira. Posteriormente se unieron Ayrton, Othon Alberto Dacunha y el mítico Dida.
'Legión extranjera de fútbol exquisito, de alegría y diversión, unidos a los criollos Olinto Fonseca, Salvador Tarud, ‘Chicho’ Martínez, ‘Tomate’ Guerrero, Gustavo Torres, Dante Collantes, Wálter Cabrera y Nahum Arroyo. Más tarde se unirían Antonio Rada, Carlos Peña, Hermenegildo Segrera, Pedro Brugés, Joaquín Pardo, Calixto Avena, Roberto Torres, Fidel Tovar y Miguel Pérez. Marinho vinculó también a sus hijos Federico y Paulo César De Oliveira. Este último luego sería integrante de la selección de Brasil', relata el periodista barranquillero Ahmed Aguirre, en su libro ‘Junior, una historia de diamantes’.