La noticia la toma con total agradecimiento. Dónovan Solano, un hombre de pocas palabras, recibe con honor el trofeo al Deportista del Año Acord Atlántico y recuerda todo el trayecto que ha recorrido en el béisbol organizado.
Por la pandemia, el acto fue virtual por primera vez en 74 años y se transmitió por las plataformas digitales de la entidad.
Sin embargo, bajo todos los protocolos de bioseguridad, Solano dijo presente para tener el trofeo en sus propias manos.
El premio fue entregado por Estewil Quesada, presidente de la agremiación, quien también le dio ese mismo reconocimiento hace ocho años, cuando Dónovan lo ganó por primera vez.
En 2012, Solano conquistó el premio a Deportista del Año Acord Atlántico cuando debutó en la ‘Gran Carpa’ con los Marlins de Miami. Esa campaña, en 93 juegos, bateó para promedio de .295, anotó 29 carreras e impulsó 28.
Desde entonces, el toletero barranquillero ha tenido altas y bajas en la pelota caliente. En 2016, jugó con los Yanquis y luego entró en un bache que lo alejó del mejor béisbol del mundo sin entender el porqué.
Los números estaban, la experiencia hacía parte de su palmarés y el jugar varias posiciones lo marcaba como un pelotero de mucha utilidad en el terreno de juego.
En la premiación, Solano recordó ese lapso de dos años en los que creció, aprendió y se aferró a Dios para volver a las Grandes Ligas. Lágrimas, muchas. Preguntas, infinitas. Él fue paciente.
'Es un proceso difícil. Cuando hay algo bueno que Dios nos quiere dar, a uno lo prueban en todos los aspectos. Por momentos me desanimé, no sabía qué más podía hacer. Solo esperé, pero eran momentos donde me iba súper bien y no se me abrían las puertas. Yo hablaba con mi familia y no sabía qué más hacer porque no era jugar bien solamente', afirmó el costeño con el trofeo en las manos.
Solano luchó ante la falta de oportunidades y en 2019 recibió su recompensa: el llamado al show con los Gigantes de San Francisco.
Allí, todo cambió. En estas dos últimas temporadas, el segunda base ha descrestado gracias a su desempeño. Promedios por arriba de .300, títulos individuales y constante tiempo de juego han sido el pan de cada día para el beisbolista de 33 años, quien a sus 30 calendarios veía como el sueño que alguna vez tuvo se esfumaba por falta de una mano amiga.
'Lloré ese día. El día que recibí la noticia de mi regreso mi esposa cumplía años. Fue algo muy emotivo. Lo sentí mejor que el primer llamado. Fue algo muy lindo, una de las cosas que no olvidaré. Fue durante la temporada. Me estaba yendo súper bien. No lo esperaba', agregó.
Solano venció a Nabil Crismatt, a Luis Fernando Muriel, William Tesillo (campeón en México) y a Luis Patiño en el podio final para el galardón entregado por los cronistas atlanticenses. El sostén de su vida para lograr y conseguir todo es uno: Dios.
El currambero confiesa la importancia de su relación con Dios. Su discurso de vida siempre está orientado a través del Todopoderoso.
'Para mí, Dios es un amigo. Es todo. Pienso y siento que sin él no hubiese logrado nada en mi vida. En mi caso, nunca creí ser un gran deportista, pero Dios lo ha hecho conmigo. Él me ha dado todo dentro y fuera del terreno. Mi familia, ha mejorado todo para mí. Puedo dejarlo todo por Él', expresó.
Dónovan pasó de ser un pelotero en la búsqueda del sueño a ser uno de los pilares de los Gigantes de San Francisco. Incluso, su apodo, ‘Donnie Barrels’ (por la contundencia con la que conecta la pelota con la parte gruesa del bate), se convirtió en un hit en la bahía.
Camisetas con su nombre, con su rostro y con su sobrenombre aparecen por todas las zonas del Oracle Park, casa de los Gigantes.
Ese salto al superestrellato en la novena californiana pudo traer consigo situaciones negativas, como él lo afirma. Tener todo al alcance de la mano es uno de los aspectos negativos de ser un personaje público con alto reconocimiento, en su opinión.
'Como todo en lo más alto, todo te llega a la mano. Uno encuentra todo. Todo es más fácil. El mundo tiene mucho libertinaje y no todos estamos listas para llegar a ese nivel. Hay muchos casos donde se pierden por diferentes motivos, eso me parece lo malo (de ser grandesligas). Esperemos que los que lleguen alto vuelvan esa bendición algo de lo bueno y no lo malo', aseveró Solano en un mensaje pedagógico.
En el conversatorio, el toletero abordó un tema crucial en el deporte: la Covid-19. Esto, para dar un enfoque de lo que ha sido para todos los deportistas en el mundo el desarrollo de las actividades profesionales en el mundo.
'Este año ha sacado lo mejor de nosotros los deportistas, nos hemos ajustado a muchas cosas que no estábamos acostumbrados. Hemos aprendido a sobrellevar las cosas y a ver qué tan talentosos somos.
Distribuir el poco tiempo, el entrenar, los protocolos, no teníamos la implementación idónea para hacer lo que se requiere. Eso fue lo más difícil de esta temporada', comentó el premiado.
Las palabras de Dónovan reflejaron lo que el premio busca año a año: entregarle un reconocimiento a un deportista profesional.
La sapiencia, sobriedad y madurez en sus palabras respaldan su éxito dentro y fuera del terreno.
Solano, un abanderado del deporte atlanticense, sabe que de ahora en adelante se esperará más de él, de sus batazos, de sus triunfos, y de su producción.
Él tiene la clave y no la piensa cambiar. Hace años le da resultado. 'No me puedo presionar, pero sé de la responsabilidad que tengo de mantener el nivel y es una grande. Mi confianza está en Dios y me llevará como viene haciendo hace años', apuntó el Deportista del Año.