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Si el lanzamiento de chancleta fuese deporte olímpico, Miladis Zambrano sería medalla de oro.

A punta de chancletazos le tocó lidiar con las imparables travesuras y la irreverencia natural de su pequeño Anthony, quien tratando de huir y esquivar la puntería de su mamá, empezó a notar la velocidad y potencia de sus piernas, las mismas que este jueves 5 de agosto, muchos años después de aquellas pilatunas, lo convirtieron en medallista de plata de los 400 metros de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, con un tiempo de 44.08, solo superado por el bahameño Steven Gardiner (43.85).

El granadino Kirani James se quedó con el bronce (44.19).

'Ella, con esos ‘chancletazos’, me ayudó mucho para que fuera atleta', expresó Anthony Zambrano muerto de risa, al lado de su progenitora, en una visita a EL HERALDO el 13 de agosto de 2019, días después de ganar dos medallas de oro en los Juegos Panamericanos de Lima, en 400 metros y relevo de 4X400.

'Era bastante tremendo, no lo puedo negar, hasta piedras me tocaba tirarle para que se quedara quieto, pero nunca lo alcanzaba porque corría bastante', recordó Miladis, en medio de carcajadas, en aquel momento.

Los dos, solitos, siempre de la mano, sin una figura paterna, porque su padre biológico, Jorge Ortiz Brito, no lo reconoció y luego murió asesinado en Maicao, soportaron varios tragos amargos antes de llegar a saborear la dulce gloria que disfrutan hoy.

En el municipio del departamento de La Guajira en el que apagaron la vida de su progenitor, se encendió la de Anthony el 17 de enero de 1998. No gateaba ni balbuceaba todavía cuando su madre, en busca de mejores oportunidades, se lo trajo a Barranquilla.