Teófilo Gutiérrez recibió en Barranquilla el trato que merece un referente histórico del Junior. El delantero currambero se gozó de principio a fin su partido en el ‘Metro’, contra el equipo de sus amores y ante una afición que lo idolatra y añora su regreso, para que finalmente se retire donde inició todo, como rojiblanco.
Desde que pisó suelo barranquillero recibió el cariño a gotas de la gente. '¡Bienvenido, Teo!', le gritó una aficionada cuando el delantero iba ingresando al Hotel GHL Collection, sitio de concentración del Deportivo Cali en Barranquilla.
Desde ese momento comenzaron a llover las muestras de cariño de la afición entorno a la figura del jugador que lideró la obtención de las dos últimas estrellas que hoy reposan en el escudo del equipo rojiblanco.
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Solo fue que saliera por el túnel que conlleva del vestuario al gramado del ‘Coloso de la Ciudadela’, para que los aficionados rojiblancos le regalaran un sonoro aplauso, que él respondió, hacia la tribuna de occidental, con un gesto que repitió una y otra vez toda la noche, la formación de un corazón con sus dos manos.
‘Teo’ se llevó la mano al pecho y levantó sus brazos, agradeciéndole a la gente ese gesto entorno a su figura, a pesar de que esa noche las pinceladas de su fútbol iban a verse vestidas de verdiblanco e iban a jugar en contra de Junior.
Con el juego iniciado, la afición se centró en su Junior sin olvidarse de ‘Teo’, que portaba la cinta de capitán del Deportivo Cali. Al minuto 29, en respeto al número que siempre portó como rojiblanco, los hinchas decidieron hacerle el mayor de los homenajes: corear su nombre, una y otra vez, al unísono, en pleno partido.
'¡Oleee, Ole, Ole, Ole, Teooo, Teooo! '¡Oleee, Ole, Ole, Ole, Teooo, Teooo!', se escuchaba en el ‘Metro’, a lo que ‘Teo’ respondió nuevamente con la formación de un corazón con sus manos, moviéndolo de un lado a otro.