Los vecinos de la ciudad malagueña de Marbella (Málaga) han despedido este domingo con aplausos, vítores y gritos de 'Marbella te quiere' el féretro del tenista Manolo Santana, fallecido a los 83 años en la ciudad de la Costa del Sol que eligió para vivir.
Entre flores y lágrimas de ciudadanos anónimos y llamativas coronas de instituciones publicas, empresas del ámbito deportivo y reconocidos nombres de la cultura y el deporte, como Rafa Nadal, salían los restos del tenista en dirección a la Caja Mágica de Madrid para recibir 'en su pista' un último adiós.
Santana, leyenda del tenis español, y con cuatro títulos del Grand Slam entre sus principales méritos en un largo historial (dos Roland Garros, un Abierto de Estados Unidos y un Wimbledon) y que en sus últimos años ejercía como presidente de honor del Mutua Madrid Open, arrastraba una salud delicada en los tiempos recientes, donde sus apariciones públicas eran cada vez menores.
Manolo Santana, nacido en Madrid un 10 de mayo de 1938, fue el auténtico inductor del tenis en España tras ganar su primer Roland Garros en 1961 en medio del dominio de los jugadores de Estados Unidos y de Australia.
El impulsor del deporte de la raqueta empezó a despuntar con veinte años, cuando se impuso en el Campeonato de España. Más tarde, y después de asentarse entre los diez mejores del mundo en la década de los sesenta, llegó a ser reconocido como el número uno del mundo.
Santana popularizó un deporte inicialmente catalogado de elitista y lo instauró en España, donde creó escuela. Lo normalizó. Tras él crecieron generaciones exitosas que siguieron su camino. Hombres como Manolo Orantes, Andrés Gimeno, Joan Gisbert, José Higueras, fueron agrandando a continuación el trayecto inicialmente abierto por Santana y que ha terminado por convertirse en una de las modalidades que más éxitos ha proporcionado a la historia del deporte español. En lo que es en la actualidad.