Compartir:

Para la barranquillera Stephanie Coymat el deporte es una religión. Lo práctica desde pequeña, cuando fue considerada una de las grandes promesas del BMX en el país, siendo la número 3 en el mundo —aún esa disciplina, que tomó fuerza con el ‘boom’ de Mariana Pajón, no tenía la popularidad de estos tiempos—, y lo sigue disfrutando hoy en día, cuando sigue tratando de reinar en las pistas, pero de motocross, deporte que siempre le apasionó pero que solo pudo practicar ahora adulta.

'Yo siempre hice bicicross porque mi mamá no me quiso comprar moto. Luego en Estados Unidos me di gustos comprándome una y empecé de forma folclórica. Apenas hace un par de años me atreví a competir y fue por mi hijo menor. Lo metí en motocross y ahí me acerqué a las competencias. Hoy ya es un estilo de vida, no solo mío sino de toda mi familia', le confiesa Coymat a EL HERALDO.

Y es precisamente ese pequeño, de 8 años, llamado Bruno Insignares Coymat, quien heredó no solo ese amor por el deporte sino ese espíritu competitivo que siempre identificó a la ‘Titi’, como conocen a Stephanie desde muy pequeña.

Bruno acaba de coronarse campeón nacional en Palatka, Florida —ciudad que está, aproximadamente, a siete hora de Miami—, en la categoría ‘Trail Riders’ (7-9 años), del GNCC (Grand National Cross Country). Un logro que la enorgullece, porque ve en el niño esa pasión que la identificó a ella desde muy pequeña y que no pudo desarrollar en el motocross, debido a la peligrosidad de una deporte extremo.