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Saltos van y saltos vienen dentro del gimnasio. Las risas predominan en aquel grupo, en su mayoría de niñas, que, llegando casi a la mitad de la tarde, ya se disponían a practicar. Los instructores preparan todos los implementos, mientras que los padres de familia se saludan entre ellos en la sala de espera.

Violetta Arroyo Barbosa, con un uniforme que hace alusión a su nombre, termina de subir las escaleras junto a sus progenitores y pasa el torniquete que separa a la recepción de la zona de entrenamientos. Saluda a varias de sus compañeras, le choca las manos a su entrenador, y empieza a calentar para iniciar con la acción.

- Hola, ¿cómo estás?, Violeta, ¿cierto?, afirmó el escritor de esta nota.

- Hola —responde con una sonrisa—, sí, claro, Violetta, pero con doble tt... ¿vale? (risas).

La habilidad se nota a leguas o, como diría el refrán popular, 'la calidad no se improvisa'. Violetta se monta a la viga de equilibrio, extiende sus piernas y empieza a levantar su cuerpo con completa naturalidad, hasta quedar completamente derecha. Seguramente, el que la vea por primera vez tenderá a equivocarse. Hablamos de una niña de solo siete años de edad, que en cuestión de un año de entrenamientos ya carga en su espalda un tricampeonato nacional.