Las alarmas suenan alertando a toda la ciudad. Aviones sobrevuelan el territorio y hay seria amenaza de invasión rusa. El conflicto no es un juego y el sufrimiento se vive a flor de piel en la ciudad de Krivoy Rog, Ucrania. La comunicación entre vecinos es casi inviable y la incertidumbre de lo que se vendrá inyecta desesperación en el ambiente.
Moviéndose entre la penumbra, Natalia y Volodymyr Bondarenko intentan enviar un parte de tranquilidad hacia la ‘Puerta de Oro’ de Colombia. Hace unas semanas que las fuerzas armadas rusas reiniciaron sus ofensivas militares y solo han pasado algunos días desde que los suministros de energía ucranianos han sido cortados. Nadie sabe qué es lo que pasa en el mundo exterior.
Sin embargo, hay todo un deseo de esta familia en enviarle un mensaje emotivo a su hija, Kateryna Bondarenko, quien desde el pasado fin de semana se encuentra en la capital del Atlántico disputando el Barranquilla Open W60.
Caracterizada por su altura y su cabello rubio, la tenista de 36 años no cruza palabras con muchas personas. Tampoco se despega de su esposo Denis Volodko, quien ejerce como su entrenador en la presente competencia. Sus charlas son en inglés, así también como las frases que cruzaron con dos aficionados que se acercaron a felicitarla por su última victoria.