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Eran amigos. Desde que empezaron a integrar las preselecciones Colombia sub-17, Fabián Ángel y Andrés Balanta se hicieron más que compañeros. Más allá de que jugaban en la misma posición, volante de marca, hubo química, encajaron y forjaron una amistad hasta el último de los días del vallecaucano, que falleció sorpresivamente el martes pasado tras sufrir un desmayo en el entrenamiento del Atlético Tucumán, de Argentina, donde se encontraba desde mediados de este año.