-¿Qué sería ahora de la vida de Édgar Enrique Rentería Herazo si no hubiese sido beisbolista?-
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La pregunta de EL HERALDO lo pone a pensar. El expelotero levanta la mirada, repasa en su memoria y entre dientes lanza una expresión muy barranquillera: '¡Jodaaa!... Jeje… ¿Qué sería yo ahora mismo?... Je. ¿Quién sabe? Buena pregunta, la verdad no sé qué sería ahora mismo'.
En medio de las elucubraciones que sigue haciendo mentalmente buscando una respuesta al inesperado interrogante, Rentería frena en seco y contesta con seguridad: 'Con lo disciplinado que soy, yo creo que algo me iba a salir. Cuando uno es trabajador y disciplinado, pueden salir muchas cosas, no solo en el deporte, en cualquier parte'.
Édgar considera, más allá del talento para conectar batazos oportunos y atrapar roletazos en el campo corto, que su humildad, perseverancia y disciplina fueron las principales virtudes que lo condujeron a la gloria durante las 16 temporadas que jugó en Grandes Ligas (1996-2011).
'En el campo que hubiese elegido hubiera sido como fui en el béisbol. Si me hubiera inclinado por el fútbol o el estudio, cualquier carrera que hubiera elegido, habría sido exitoso porque siempre estoy pensando un poco más allá de lo que se ve. Trato de tener dos o tres pasos adelante', dice con convicción.
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El mejor beisbolista en la historia de este país, dos veces campeón en la Gran Carpa (1997 con los Marlins de Miami y 2010 con los Gigantes de San Francisco), cree firmemente que con esos dos valores era capaz de destacarse enormemente en cualquier ámbito profesional y de la vida.
‘El Niño de Barranquilla’, como le apodan, ya tiene 47 años de edad. Se retiró en 2011 jugando para los Rojos de Cincinnati y su popularidad continúa intacta, su sencillez también. Nunca cambió su forma de ser.
En su momento cumbre deportivamente, tras colgar el bate y la manilla y ahora en su rol de exitoso empresario, invirtiendo y sacándole partido a todo lo que ganó en Las Mayores, Rentería sigue siendo el mismo muchacho tranquilo, con cara de ‘yo no fui’, que titubea un poco cuando una cámara y un micrófono están frente a él.
Ya está mucho más fogueado en eso de afrontar entrevistas y periodistas, pero no es una zona en la que se sienta a sus anchas.
De todas formas, no le ha hecho falta la permanente exposición mediática para proyectar y agigantar su ejemplar imagen como deportista y persona. Rentería, que merecidamente le dio nombre al majestuoso estadio de pelota caliente de su natal Barranquilla y que tiene estatua con su figura en las afueras del escenario, mantiene un comportamiento digno de todo lo que representa en su papel de socio fundador de Two Way Stadiums, la empresa que impulsa el proyecto Arena del Río.
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'Cada paso de la vida es una etapa, primero era el deportista que tenía que prepararse para asumir un compromiso, que era cumplir en cada temporada. El trabajo era ir al gimnasio, al estadio y rendir. Ahora estoy en la etapa dizque de empresario (risas).No, mentiras, de empresario debo tener mucha más cabeza y cuidado, ya que ese no fue el talento que me mandó Dios, me mandó el de beisbolista'.
Su reputación está por lo alto, pero los pies continúan en la tierra. 'Hay que ser agradecido y muy disciplinados, desde ahí es donde parte todo. Ahí es donde está todo el éxito'.
Eso hace parte de la herencia de doña Visitación Herazo, su madre, que falleció en julio del año pasado. Ella le inculcó varios de esos valores que lo hacen inmortal en el deporte nacional. 'Mi madre fue todo en mi carrera, fue muy trabajadora y disciplinada. Nos dejaba correr, pero con paso firme'.
Sin duda es un personaje que no podía faltar en este especial de rediseño de EL HERALDO. Todas sus gestas beisboleras quedaron registradas en estas páginas.
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