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Otra invitación a ilusionarse. Una nueva exhibición de buen fútbol. Más derroche de carácter, sudor y garra. Con la zurda mágica de James Rodríguez, la potencia de un tren llamado Jhon Córdoba, la gambeta endiablada de Luis Díaz, la energía de Richard Ríos y la armoniosa participación y esfuerzo solidario de todos, la selección Colombia se impuso 5-0 a Panamá, este sábado en el State Farm Stadium, de Glendale, California, y avanzó a la semifinal de la Copa América 2024.  

Córdoba, James, Díaz, Ríos y Miguel Borja anotaron los tantos que sellaron el tiquete a la penúltima estación en el camino hacia una meta que tienen entre ceja y ceja los dirigidos por Néstor Lorenzo: el título de campeón de América.

A eso le apuntan, a eso juegan. Colombia, que ya suma 27 fechas invicto e igualó el récord de más fechas sin perder de la era de Francisco Maturana entre 1992 y 1994, volvió a demostrar que tiene todo para pelear de tú a tú con cualquiera en el continente.

Los nuestros salieron con todo, sin exceso de confianza, sin ver por encima del hombro a Panamá, y rápidamente supieron sortear el juego recio y cortado que propuso el adversario. Los canaleros, con una línea de cinco defensas y otra de cuatro volantes, pretendían cerrarle los caminos a James y su combo. Además minaron las rutas con pierna fuerte y uno que otro codazo como el que recibió Luis Díaz, a quien le hicieron sangrar la nariz iniciando el juego.

Sin embargo, Colombia usó el que ha sido su abrelatas en esta Copa América: el juego aéreo. Jhon Córdoba, quien se adueñó de la titular con todos los méritos, puso su frente ante un cobro venenoso de James en un córner y rompió el celofán al minuto 8.  

Cuatro minutos después, Jhon Arias recibió una pelota por izquierda tras una jugada que intentaba Lucho Díaz, avanzó y pisó el área. La pelota se le iba larga, pero el volante la rescató y anticipó al guardameta Orlando Mosquera, quien le cometió claro penalti.

James se paró en el punto blanco del penal y ejecutó arriba y a la izquierda del cancerbero, que se lanzó a su derecha. 

Ya en el minuto 40, después de una leve reacción panameña con más fuerza y juego rudo que otra cosa (solo hubo riesgo en un testarazo que pegó en el palo), James se avivó en el cobro de una pelota quieta y dejó mano a mano a Luis Díaz con el portero, a través de un largo y exacto pase. El guajiro no desaprovechó y resolvió con lo que los europeos llaman una ‘vaselina’. En términos más sudamericanos, ‘bañó al arquero’.

Un 3-0 claro y contundente que sentenció el juego y sepultó las aspiraciones de los panameños, que en el segundo tiempo se mantuvieron en su estilo brusco y al límite del reglamento para tratar de controlar a los habilidosos de Colombia. No había más argumentos futbolísticos que el juego físico para intentar equiparar la superioridad que había en la cancha.

Néstor Lorenzo notó que ya el segundo período era de trámite y que había que pensar en la semifinal, y empezó a sacar a piezas clave como Díaz y Arias para evitar lesiones.  

Cuando los nuevos se estaban acomodando, Richard Ríos tomó una pelota suelta y disparó un balazo que infló la red antes de que Maurizio Mariani sancionara penalti contra Daniel Muñoz en la jugada previa. Parecía que el árbitro italiano había anulado el gol y señalado la falta sobre el lateral derecho, pero estaba dando norma de ventaja.

Ya con cinco jugadores salidos del banco, Colombia siguió controlando el juego y abriendo el ‘Canal de Panamá’. Miguel Borja, en la agonía del compromiso, con un nítido penalti en otra atropellada acción de la zaga canalera, esta vez ante Santiago Arias, selló el baile, la mano de fútbol vistoso y alegre, que permite una victoria alentadora y seguir soñando con el premio grande.