Existieron y existen futbolistas con esa gran virtud: engañar aviesamente a los defensores que quieren sofrenar su osadía y su carrera. Son embaucadores y repentistas, que engañan con ir hacia un lado y se dirigen al lado contrario. Sin ningún pudor marean a sus rivales con tanto zigzagueo indescifrable. Son los dueños de ese imprescindible seguro de imprevisibilidad que derrumba los más férreos y graníticos esquemas defensivos: la gambeta. Lícito engaño que despeja el camino y libera a los compañeros de marcas cercanas.
En la lista de convocados de la Selección Colombia los hay y de diferentes estilos. El guajiro Luis Díaz —en el Liverpool de Inglaterra— es el más consagrado y referente. Su gambeta, generalmente, es larga y en diagonal para buscar el arco con su pierna derecha.
Luis Sinisterra (Bournemouth), Jhon Arias (Fluminense), Jáminton Campaz (Rosario Central) y Marino Hinestroza (Atlético Nacional) completan la cofradía de los gambeteadores.
Este último es la primera vez que el técnico argentino Néstor Lorenzo lo convoca. Con su espíritu transgresor combate las tácticas defensivas y moviliza sus fintas y hamaqueos para desairar contrarios. Aun inmaduro ha tenido algunos comportamientos poco profesionales. En la última temporada es sin duda la mejor aparición de la liga colombiana. Ágil, encarador, veloz, buen remate y con una buena integración al juego colectivo. Ahora le empieza su tiempo de desplegar en la selección, en otra competencia de mucho más nivel, todas estas cualidades. Al fútbol le vendría bien que lo logre.