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Todo estaba tranquilo. Nadie sospechaba ni imaginaba que Jorge Eladio Bolaño Correa estuviese cerca de un desenlace fatal. Se veía saludable, con energía, lleno de vida. El sábado lo vieron en la capital de Norte de Santander apreciando un partido del equipo sub-20 del Cúcuta Deportivo.

“Se tomó un café y se veía bien”, contó Carlos Alberto Quintero al diario La Opinión.

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Ya el domingo, apareció en la iglesia de Santa Ana de Cúcuta. Asistió a la misa de 11 a. m., con su rostro sonriente y total amabilidad con el resto de los feligreses. Hasta se tomó una foto con el sacerdote de la parroquia. La imagen está rodando en las redes sociales.

Las cosas transcurrían normalmente para el ex jugador de Junior y la selección Colombia en la ciudad fronteriza, donde se residenció cuando conoció a Andrea Rocío Pérez Contreras, su segunda esposa. Allá trabajaba como entrenador de un equipo juvenil luego de que salió del cuerpo técnico del combinado patrio sub-17, en la cual era asistente del antioqueño Juan Carlos Ramírez, otro ex volante de marca que pasó por el cuadro tiburón.

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El jueves habló telefónicamente con su hermano, Oscarito Bolaño Correa, exfutbolista de Unión Magdalena, Junior y Unicosta, y no expresó nada raro. “Yo lo vi normal, estaba bien”, contó el mayor de los hijos del gran Óscar Emilio Bolaño Meza, cabeza visible de esta dinastía futbolística, ya fallecido el 29 de enero de 2017.

En la tarde dominical del 6 de abril, Bolaño se encontraba departiendo en la fiesta de un niño de 3 años de edad, sobrino de su esposa, cuando sufrió un primer infarto. Había cantado, bailado, saltado, disfrutado y gozado con su habitual espontaneidad, buen humor y energía, junto a los parientes de su señora y amigos de ambos.

Después de participar en uno de esos concursos típicos de las fiestas infantiles, Bolaño se sentó en una de las sillas de la mesa que le correspondía y empezó a sentir el ataque al corazón. Se desplomó y se cayó de la silla.

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Inmediatamente su esposa y las otras personas que lo rodeaban, se pusieron alerta, lo cargaron, lo montaron en una camioneta y se lo llevaron para un centro médico al ver que no reaccionaba.

“Llega con signos vitales, lo estabilizan y lo intuban. Estaba crítico, pero vivo. En ese momento llamaron a sus hijas (María Alejandra). Ellas toman la decisión de irse para Cúcuta para estar con él. Luego los médicos decidieron trasladarlo para otra clínica, tal vez de más alta complejidad, no sé, pero no alcanzaron, le dio otro ataque al corazón, y se nos fue”, relató el periodista Fabio Poveda Ruiz, gran amigo y compadre de ‘Bolañito’.

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Con notable dolor y la voz casi entrecortada, ‘Fabito’ cuenta lo que pudo averiguar sobre los últimos instantes en la vida de quien es considerado por muchos el mejor volante de marca en la historia de los ‘Tiburones’.

“No estaba en ningún tratamiento ni con ninguna alerta”, reconfirmó Poveda.

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