Colgó los guantes para siempre. Jorge Eliécer Julio Rocha, aquel que nació en El Retén (Magdalena) hace 45 años, se hizo boxeador en Barranquilla, ganó una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl (Corea del Sur) y se coronó campeón mundial gallo de la AMB (1992) y OMB (1997), ya no tiene nada que ver con el deporte de las narices chatas.
En Minnesota (Estados Unidos), lejos de las calles de curramba, en las que salía a vender pescado antes de convertirse en pugilista, Julio tiene sus gloriosas manos al servicio de una máquina.
¿Qué hay de su vida?
Estoy en Minnesota (Estados Unidos). No estoy haciendo nada que tenga que ver con boxeo. Trabajo y hago mi vida normal. Tengo deseos de poner un gimnasio o algo para fomentar el deporte. Tengo mucho para dar y enseñar.
¿Hace cuánto vive en Estados Unidos?
Me vine de Los Ángeles a Minnesota desde que tuve la pelea con Manny Pacquiao (8 de junio de 2002). Hubo personas que me ofrecieron peleas para seguir y yo no quería pelear más. Me vine para acá para evitar contactos con promotores, no deseaba continuar en el boxeo. A Estados Unidos llegué en 1996. Empecé a ir y venir a Colombia hasta que en 1998 me radiqué acá.
¿Por qué se quedó en Estados Unidos?
El señor Cristobal Tobón me dijo que volviera al boxeo, que quería hacerme nuevamente campeón. Me fui para Los Ángeles.
¿Por qué decidió retirarse del boxeo?
Porque yo perdí muy fácil con Manny Pacquiao, en dos rounds. Yo no sabía lo bueno que iba a resultar Pacquiao. Aunque ya habían dicho cosas buenas de él.
El consuelo es que no lo hizo retirar cualquiera…
(Risas). Pues sí. Es un muchacho que me dio una sorpresa. Lo que ha hecho en el deporte ha sido sobrenatural, digo yo.
¿Qué pensó cuando iba a enfrentar a Pacquiao?
Yo no dije: voy a ganarle fácil a este muchacho. Pero cuando le vi el tamaño, porque es más pequeño que yo, yo dije: a este chiquitico le puedo ganar. Como se me meta voy a combinarlo con recto y derecha fácil porque es más pequeño de yo.
Pero me pegó con un gancho de derecha que nunca imaginé porque él es zurdo. Me tumbó rápido, en dos round. Ahí yo dije: no va más esta pelea.
Ese chiquitico es un huracán de puños…
Demasiado rápido ese señor.
¿No pensó en la revancha?
Me hablaron de eso, pero yo ya había dicho no más.
Pero Pacquiao fue el penúltimo rival de su carrera. El último fue el mexicano Israel Vásquez…
Así es. Me puse a entrenar, a tirar jabs, estiré mucho y me cayó un dolor en el hombro. De unas dije: no más boxeo, ya estoy viejo.
Ni sentía las mismas ganas para entrenar…
Sí, uno se calma con un poco de más comodidad en la parte económica y estabilidad emocional.
Usted tuvo cinco derrotas en su carrera y solo dos por nocaut…
Sí, perdí con Pacquiao e Israel Vázquez por nocaut de forma consecutiva. Yo había decidido retirarme después de perder con Manny Pacquiao. Pero regresé para pelear con Israel, que era mi sparring y me pidió que fuese su rival. Yo perdí con él, pero yo ya no estaba bien.
La pelea con Manny Pacquiao era por el título mundial supergallo de la FIB…
Sí. Yo tuve poco tiempo de preparación para enfrentar a Manny. Yo venía de una pelea y me había separado de Ricardo Maldonado (su representante). Ya estaba sin ganas de pelear. Pero me salió un contrato con la empresa promotora de Óscar De la Hoya. Empecé a entrenar y me montaron un combate con Darryl Pinckney. En ese combate me lesioné la mano derecha cuando estaba a punto de noquear. Aguanté y gané por decisión. Luego me llama Maldonado y me dice: Eliécer, te salió una pelea de título mundial con un filipino ahí que se llama Manny Pacquiao, solo tiene una derrota, pero es chiquito. Tiene fama en su país y en China, pero tu le metes la derecha y ese se va a la lona. Yo dije: échamelo. Pero le advertí que tenía una fractura en la mano. Y Maldonado me contestó: ¿vas a dejar escapar 95 mil dólares? Yo dije: nojoda, si acabo de pelear por 25 mil, voy con todo. No estaba preparado para ningún boxeador, esa es la realidad.
¿Hace cuánto no viene a Barranquilla?
Hace dos años. Estuve donde mi mamá en el barrio El Bosque. Aproveché para vender dos casas que tenía allá. Ahora voy a Medellín, donde está mi señora, Luz Elena Miranda, la mujer que ha estado conmigo desde los Juegos Olímpicos de Seúl. Paso más tiempo en Estados Unidos, pero voy a Medellín.
'El Comité Olímpico Colombiano no creía en el boxeo'
¿Cuántos hijos tiene?
Siete, tres con Lesbia, la mujer que ustedes me conocieron en Barranquilla, y cuatro con Luz Elena. Yo ya soy abuelo por los dos lados. Tengo dos nietos. La mayoría se encuentran acá en EU.
¿El boxeo lo dejó bien económicamente?
Me dejó bien. Pero cuando me divorcié quedé un poco mal parado. Yo sigo igual, me veo joven.
¿Hace ejercicios?
Ahora mismo no porque se metió el invierno y la nieve, pero hay que hacerlo.
¿A qué se dedica?
En Los Ángeles nunca trabajé, solo me dediqué al boxeo. En Minnesota he sido operarador de máquinas. Empecé en una que fabricaba tortillas. Así aprendí a operar otras, una de carne, otra de plásticos. Ahora estoy en una compañía que importa dulces, yo soy operador de la máquina de empaques. También vendí vehículos.
¿Qué extraña del boxeo?
La gente, el público, y ser el number one.
¿Ya habla inglés?
(Risas) Más o menos.
¿Su mejor pelea?
Me gustó la que le gané a Abraham Torres.
¿Cuál etapa fue mejor: aficionada o profesional?
En amateur hice muchas cosas bonitas. La medalla de bronce en los Juegos Olímpicos Seúl fue muy importante. A nivel profesional no llegué a ser todo lo que quería ser. Le meten muchas cosas en la cabeza a uno.
¿A usted se le subieron los humos?
Siempre he sido el mismo. Mucha gente, de pronto, no se acercaba a mí porque creían que yo era muy elevado.
¿Qué recuerdas de la conquista de la medalla olímpica?
Jorge Lamadrid, que era el presidente de la Federación Colombiana de Boxeo en ese entonces, siempre me decía: tú vas a ser campeón olímpico de boxeo aunque no te estén apoyando. No querían llevar boxeadores los Juegos Olímpicos de Seúl.
¿No creían en usted?
El Comité Olímpico Colombiano (COC) no creía en el boxeo a pesar de que ya Clemente Rojas y Alfonso Pérez habían dado medallas (en Múnich 72). El que sabía de boxeo y ya me conocía sí decía: Jorge Eliécer va a hacer algo.
¿Y cómo vivió eso?
Tranquilo. Cuando estábamos en una reunión previa a los Juegos Olímpicos y cada uno de los deportistas debía decir su objetivo, casi todos hablaban: esperamos hacer un buen papel y mejorar. Cuando me tocó a mí yo dije: voy a ser medalla de oro. Todo el mundo '¡ooooohhhh!'. Comenzaron a murmurar. Yo repetí: yo voy a ser medalla de oro y el boxeo va a sacar la cara por Colombia. Tenía el ego fuerte, sentía que lo podía hacer.
¿Quién le metió esa mentalidad?
Me pusieron un sicólogo y me puso a pensar en eso. Me entrené para la medalla de oro. Me puse el ego fuerte y llegué allá pensando que iba a ser campeón olímpico. Antes de que yo llegara a pelear la medalla de bronce, la gente me decía: llegó el campeón olímpico y puede ser el más técnico.
¿Qué le decía el entrenador Jorge García Beltrán (q.e.p.d.)?
El ‘profe’ me preguntaba: ¿Tu si crees que puede ganar? Y yo le contestaba: ¡No, yo no creo, vamos a ganar! No me gané la de oro porque no me dejaron.
¿Se la robaron?
Yo perdí cuando estaba aspirando por llega a la final, es decir que hubiese asegurado plata. Pero yo le hubiera ganado al otro finalista. El búlgaro Alexander Hristov perdió conmigo, pero le dieron la pelea. Le hicieron tres conteos en un round, lo tuve a punto de noquearlo y con todo eso me dieron perdedor.
¿Cómo fue el trato del COC luego de ganar la medalla?
Cambiaron el trato. Decían: profesor Beltrán, no lo deje salir a la puerta de la calle porque se nos va a resfriar, abríguenlo bien. Ahí si me dieron sudadera, chaqueta y uniforme de Colombia. Ni siquiera eso me lo habían dado. A mí me apoyó Postobón a través de Billy Chams (q.e.p.d) y otros amigos suyos.
¿Cuál es la mejor pelea que ha visto?
La de Sugar Ray Leonard y Marvin Hagler. Los dos eran mis ídolos. Leonard me vio perder ante Pacquiao.
¿El rival más duro? ¿Pacquiao?
No. Eddie Cook (estadounidense ante el que se coronó campeón del título mundial gallo de la AMB). Ese es el que más duro me ha pegado.