Debacle en Quito. Derrota vergonzosa. Goleada para la historia. Caída en pique. Si alguien pensó que no se podía jugar peor que ante Uruguay —derrota 3-0 como local—, los dirigidos por Carlos Queiroz demostraron que sí, que se puede, incluso rayando en lo paupérrimo, en lo mediocre.
Colombia fue goleada, manoseada y humillada en Quito, por una Ecuador que anotó seis goles —¡Sí, seis!—, pero que pudo hacer más, aprovechando la pasividad y la inoperancia de un rival que no opuso la más mínima resistencia.
Hay derrotas que duelen, que marcan, que dejan cicatrices, y esta es una de ellas. No es solo caer como se cayó, es dejar una imagen tan lapidaria en la retina de todos los colombianos, que ven como el combinado patrio cierra el 2020 no solo lejos del Mundial —todavía falta mucho camino por recorrer— sino con muchas dudas de cara al futuro.
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La pesadilla inició temprano. Ecuador solo necesitó de siete minutos para desnudar a Colombia. Doble cabezazo dentro del área, para que apareciera el central Robert Arboleda y empujara, a placer, la pelota al fondo de la red.
Ahí comenzó una sangría que solo se iba a detener al minuto 95, cuando el árbitro venezolano Jesús Valenzuela pitara el final del compromiso.
Dos minutos más tarde, llegó el segundo tanto. La Amarilla no se había recuperado del primer golpe, cuando recibía una segunda bofetada al orgullo. Mena recibe un pase de Arreaga y, entre Jeison Murillo y Johan Mojica, saca un remate al costado derecho del arquero Camilo Vargas.
Colombia nunca se encontró en la cancha... ni en el banco. La velocidad para cubrir los espacios, para hacer la cobertura y lanzarse velozmente al ataque fueron algunas de las fórmulas que la Amarilla no logró descifrar y mucho menos controlar.
El tercer golpe llegó en los pies de Michael Estrada, tras esperar el pase desde la izquierda de Mena y empujar el balón al fondo del arco, al minuto 32, tras tres pases de primera intención entre Estupiñán, Moisés Caicedo y Mena.
Y la estocada, en una primera parte para el olvido, la dio Arreaga, que aprovechó un balón servido de Arboleda, una de las figuras, para perforar por cuarta ocasión el arco y el orgullo tricolor.
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Ese tanto no solo acabó con todo, sino que desquició a Queiroz, que metió cuatro cambios de inmediato, quizá buscando culpables sin señalarse a sí mismo. Salieron Luis Díaz, Johan Mojica, Mateus Uribe y Luis Manuel Orejuela e ingresaron Luis Suárez, Frank Fabra, Wilmar Barrios y Luis Fernando Muriel. El resultado, más de lo mismo, porque la fiebre no está debajo de la sábana.
Antes del pitazo final, James maquillaba la derrota con un tanto de tiro penal.
La segunda parte sobró, por lo menos para Colombia, que ya sabía hacia dónde iba encaminado en esa dolorosa procesión.
Plata firmó el quinto, tras una exquisita combinación con Mena, y Estupiñán le puso el moño a la histórica goleada, con un gran cobro de tiro libre, que dejó sin opciones a Camilo Vargas.
Goleada humillante, que obliga a replantear muchas cosas de cara al futuro.