'Dejamos nuestras vidas por el sueño de mi hijo, y nos ha recompensado con creces...', decía Ana Lucía Bernal, con una mirada perdida, como tratando de recordar cada uno de los momentos felices por los que ha pasado Fabián Steven Ángel Bernal.
La mujer, sentada en una silla a un costado de la cancha uno de la sede deportiva Bomboná, se refiere a su hijo, volante seis de la Selección Colombia sub-17 y jugador de las inferiores de Junior.
–¡Calienta, ‘Boyaco’!, gritó Alfredo ‘el Pato’ Araújo, asistente técnico de la sub-17.
–¿Ese es su hijo?
–¡Sí!, respondió Ana, aplaudiendo, levantándose y señalándolo de inmediato.
De nacimiento
La madre afirma que la relación de Fabián con el fútbol nació desde que estaba en la barriga. 'Mi esposo era jugador de microfútbol y yo era jueza anotadora cronometrista. Entonces ahí nos conocimos, para que luego naciera él', acotó.
A los cinco años empieza su proceso en el fútbol jugando en los torneos de barrios en su natal Sogamoso (Boyacá). Al ver el interés, lo integran a la escuela Valle del Sol, disputando también partidos en los juegos intercolegiados de su institución.
Para sus padres y amigos, el niño poseía tanto talento que muchas veces les pedían que los dejara jugar con otros jóvenes de mayor edad, pero estos siempre se rehusaron. 'Hasta que cedimos por un allegado a mí esposo. Jugó con él y al final nos manifestó que tenía un amigo que era cazatalentos y sabía que lo podía ubicar en un equipo grande', indicó Ana Lucía, quien manifestó que accedió por ver a su hijo cumplir su sueño.
¿Cómo llega un boyacense al Junior?. Semanas después, un domingo de octubre de 2015, contactan al cazatalentos, el cual les dijo que 'tenían hasta el miércoles para enviarle al chico a Barranquilla para mostrárselo al Junior'.
La familia consiguió el dinero con rifas y lo enviaron a los dos días para la ‘Arenosa’. Se hospedó en el barrio Villa Olímpica y se prepara durante 15 días antes de realizar la prueba.
A pesar de que la categoría de Fabián era 2001, este lo intentó en la 97. 'El ‘profe’ le manifestó que lo había hecho muy bien, le expresó que había sido escogido, y al enterarse de su verdadera categoría, quedó sorprendido', declaró la madre, mientras veía cada movimiento de su hijo en el encuentro.
Su motivación
'Buen partido, ‘Boyaco', se escuchó en varias ocasiones en las tribunas de Bomboná al terminar el partido, al cual le colocaron así desde que está en el equipo. 'No me molesta que me digan así, todos lo dicen ‘mamando gallo', aseveró el volante de contención.
En la cancha, además de su madre, estuvo su hermano Kevin, quien ingresó hace un par de meses a Junior en la categoría 2005, y su padre que llegó sobre el final.
'Mis papás son la motivación más grande, siempre me han apoyado, han estado conmigo de manera incondicional y por eso estoy acá', aseveró ‘el Boyaco’, quien añadió que sueña estar algún día con llegar al primer equipo del Junior y a la Selección.
Al final el joven recibió un abrazo y un beso de su madre, Ana Lucía, unas breves palabras de su padre, y un apretón de manos de parte de su hermano, antes de montarse en el bus que lo siga llevando a cumplir sus sueños.
Juega igual: El Cuadrado de la sub-17
A Víctor Ballesteros nadie lo conoce por su nombre de pila. Por su pelo crespo, su contextura delgada, su piel negra y su juego por las bandas con velocidad y encare, todos lo llaman Juan Guillermo Cuadrado. 'Ya estoy acostumbrado a que me digan Cuadrado, desde hace dos años me dicen así', aseveró el lateral. Ballesteros, como era de esperarse, tiene un modelo a seguir. 'Encaro como Cuadrado y él es mi proyecto a seguir'.